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18 enero, 2011

EL ROBO DEL ÁNFORA DE TUTANKAMON

Este cuento me lo pidió C.P. y pongo sólo las iniciales por expreso deseo de la peticionaria, pues este cuento lo realicé intentando ayudar a su hijo de 16 años, aquejado de una enfermedad mental que le produce unas reacciones violentas extremas incluso con su madre y demás familiares. La mayor pasión de este chico, cuya edad mental no se corresponde a su edad real, es Egipto y Tutankamon en especial, así que quise que mediante su héroe viese que la violencia no es el camino, jamás. Quizás viéndolo desde este punto de vista este chico, que tiene un fondo bondadoso, aprenda a controlar esa ira. 
Besos y mi máximo apoyo C. , ya sabes que os quiero. 
Rafa, que nadie te manipule cariño.


Año 1333 a.C.

Sobre una ladera se estaba terminando de construir el inmenso templo sagrado del Faraón Tutankamon, que hacía ya un par de años que había ocupado el lugar desde el que su padre había echo tanto daño al pueblo de Egipto. Tras la posesión del trono de su hijo Tutankamon, el pueblo de Egipto había evolucionado mucho y bien. La gente no era tratada cómo animales, se construían muchas más pirámides y el pueblo ya no pasaba tanta hambre y miedo, aunque todo el mundo le tenía un respeto sublime al que se había convertido en su emperador más inteligente y emprendedor. Cuando Tutankamon decidió su traslado a su nueva y enorme pirámide, se dio cuenta de que de sus aposentos reales había desaparecido una ánfora hecha a mano por su madre, así que de manera inmediata llamó a sus más fieles lacayos a los que consideraba verdaderos amigos, siendo el principal de estos Rafa, de 17 años, a quien el Faraón tenia en alta estima. Con voz profunda, pero tranquila les informo:
-  Queridos amigos, necesito vuestra colaboración para encontrar y castigar de manera justa a un ladrón que se encuentra entre nosotros.
-  Señor, ¿quién osaría robarle?- le dijo Rafa- le daremos caza y se lo traeremos señor, no le quepa duda.
-  Bien, espero que la espera no sea larga, y que la persona que pongas frente a mi sea sin lugar a dudas el culpable del robo, en tus manos lo dejo.
-  No le defraudare, señor- dijo Rafa reverenciándose ante el faraón. 
El faraón le dio permiso a Rafa, y a sus propios lacayos, para pasearse por toda la pirámide en busca de pruebas. La primera gran incógnita era saber como había conseguido entrar el ladrón, ya que por la puerta principal le hubiese sido imposible pues estaba fuertemente vigilada. Fueron hasta la sala principal, donde por ser la sala privada del faraón casi nunca había más de un guardián. Cerca de la puerta y sin ser apenas visible, Rafa se dio cuenta de que había una estela de polvo que se adentraba a la habitación, y siguiéndola llegó hasta una pared de piedra que mostraba resquebraduras recientes. Llamando a sus lacayos, Rafa hizo que sacasen aquella inmensa piedra, tras la cual se escondía un enorme túnel. El joven se adentró en el túnel seguido por los otros jóvenes. Tras sus antorchas quedaban los aposentos del faraón. Finalmente llegaron a una especie de cuchitril donde tan sólo había un camastro y viejas ropas. Esperaron pacientes a que llegase su dueño para pillarlo con las manos en la masa. Debieron pasar cerca de dos horas cuando se escuchó el caminar de alguien por el pasillo, lento y pausado. Rafa y sus lacayos tomaron posiciones para apresar al ladrón. Según entró el dueño de los harapos allí esparcidos, fué detenido y el ánfora ya puesta a buen recaudo. Rafa pidió audiencia con el faraón para entregarle al ladrón.
-  Pasad amigo, y darme las buenas nuevas de tu investigación- le dijo el faraón con su recia voz.
-  Señor, hemos encontrado al ladrón, y le quería hacer entrega de su ánfora, la cual he cuidado como si fuese mi propia vida.
- Perfecto, Rafa, sabía que no me fallarías. Presentadme al osado que se ha atrevido a robar una pieza tan importante cómo ésta.
Los lacayos de Rafa hicieron entrar a empujones al ladrón, el cual se hincó de rodillas en el suelo en un gesto de respeto.
Rafael saco su cuchillo y lo puso sobre el cuello del ladrón.
-  Rafa, eso no será necesario, vuelve a guardar ese cuchillo.
-  Pero señor, este individuo a osado robarle- espetó Rafa sorprendido.
-  Si, ya lo se, pero su acción no debe hacer que las nuestras sean peores. Dejadle suelto y su propia conciencia no le dejara vivir tranquilo el resto de su vida.
-  No entiendo, amo.
-  Te lo explicare Rafael- le dijo el todo poderoso Tutankamon. Si en este trono siguiese sentado mi padre, el pobre infeliz que me habéis presentado hubiese sido ejecutado de inmediato, pero si te das cuenta desde que yo dirijo Egipto las construcciones se han multiplicado, todo el mundo es más rico, vive mejor y es más feliz… no tienen miedo. Por eso te voy a dar un consejo muy importante, se justo con los demás y la vida será justa contigo. Jamás dejes que los demás te digan lo que debes hacer, debes ser lo suficientemente sabio cómo para tu mismo tomar tus propias decisiones, y honra siempre a tu memoria recordando quien te dio la vida. Rafael salió de allí aturdido, pero a los pocos días había entendido que aquel consejo era el más sabio que en su vida oiría, ya que si se tiene toda la información uno puede ser justo, pero cuando la información sólo viene de una vía, jamás se llega a saber la verdad, pues tan sólo conviene ver lo que nos indican ver. A partir de aquel momento, Rafa sopesó cada una de las acciones de su vida, sabiendo que todo cuanto hacia le llevaba por un camino o por otro, que tan sólo debía pensar en cual era el camino que debía seguir, y finalmente decidió ser justo y honrado, camino que le llevo a ser el ayudante personal del gran Tutankamon durante toda su vida, sabiendo que su amo seria por los años de los años conocido como el faraón más inteligente de la historia. FIN.


Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.

2 comentarios:

  1. Muy bonito, le deseo mucha suerte a C.P. que verás como su chavalote sale de esta y se vuelve el hijo más cariñoso que unos padres puedan desear. Mi hijo Lucas que tiene casi 9 años es un apasionado de Egipto y toda su historia desde los 5 años que ya leia medio bien empezó a interesarse por los libros que cuentan esta historia y ahora es un fenomeno me habla de dioses que yo no tengo ni idea de cual son pero él me enseña ;D

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  2. La historia de Egipto es pasionante y al hijo de C.P le apasiona... con este cuento intente hacerle entender que la violencia no le lleva a nada, tan solo ha hacerse daño a si mismo el primero, espero que le haya gustado .. a su madre le encanto. Besos ranita. Muacksss¡¡¡

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