Este cuento lo escribí a petición de Alicia D´Ottavio, una jovencísima abuela argentina que no podría estar acompañando a su nieta, que vive aquí en España,el día de su cuarto cumpleaños, así que me pidió que le hiciera un cuento especial para que pudiese contárselo por teléfono a su pequeña nieta Camila, me hizo mucha ilusión saber que a la pequeña le había encantado, y que fué uno de sus mejores regalos de cumpleaños, ya que a la pequeña le encantan las hadas y las sirenas. Gracias a Alicia y a Camila por su cariño.
Cada 4 de enero, en el fondo del mar se celebraba el nacimiento de la pequeña princesa sirena Camila, que apenas sabia nadar. Pero ese día concreto, la pequeña sirena descubrió que si se esforzaba podía mover poco a poco la colita y dando fuerte a sus manos, su cuerpo podía moverse poco a poco. Nada más despertar, la pequeña princesa sirena le dijo a su madre:
- Mami, ya casi puedo nadar, ya me falta poco.
- Claro que si mi pequeña, ya mismo nadarás tan bien que será cómo si bailases en el agua.
La sirenita estaba muy contenta porque cuando supiese nadar muy bien podría asomarse a la superficie y ver el cielo, tan azul y brillante. Cada uno de los habitantes del fondo marino estaban preparando la gran fiesta, nadie quería perdérsela, ya que todos querían mucho a su pequeña princesa sirena. Limpiaron el fondo del mar y colocaron una enorme alfombra rosa, llenaron cada una de las ventanas con mil globos de colores e hicieron tartas y juguetes para ella. A pesar de que la pequeña Camila estaba muy emocionada con su fiesta, lo que mas ilusión le hacía era el momento en que llegaba su abuela, Alicia, porque siempre le daba un gran abrazo, el mejor regalo de todos. Se limpiaron incluso las piedras bajo el mar, se preparó una carroza con dos caballitos de mar y las caracolas hacían sonar unas canciones muy bonitas. Los pulpos saltaban contentos. Y los pececitos de colores la entretenían haciendo mil piruetas en el aire. El tiempo pasaba y Camila se impacientaba, porque su abuelita no había aun llegado:
- Mama, ¿Dónde esta la abuelita?- Le pregunto un poco triste a su madre.
- No te preocupes, Camila, estará de camino.
Aun sin estar muy satisfecha, la pequeña tuvo que conformarse con la espera, aunque se le hacia muy larga.
Ya habían sonado las trompetas para que empezase el baile y la abuela Alicia seguía sin aparecer, la pequeña sirena tenia una gran tristeza en su interior, ningún regalo le gustaba tanto como la presencia de su abuelita.
Cuando ya casi había perdido toda esperanza de que llegase, unos brazos la abrazaron muy fuerte y no tuvo dudas. ¡¡Era la abuelita!!. La sonrisa de la pequeña princesa era ahora radiante, tenía todo cuanto podía desear.
- Abuelita, has tardado mucho- le recriminó.
- Si, pero tengo un buen motivo.
- ¿Cuál es abuelita? ¿Me has traído un regalo?
- Te he traído el mejor regalo de todos - le contestó.
Y cogiéndola de la mano fuertemente, empezaron a subir agua arriba, lentamente. La pequeña sirena podía ver ya levemente los rayos del sol, y su corazón estaba lleno de felicidad. Con mucho cuidado llegaron a la superficie y la pequeña Camila pudo ver por fin el cielo azul, las montañas, y los colores de la naturaleza.
- Abuelita, es el mejor regalo del mundo, es fantástico- dijo la pequeña absolutamente feliz.
- Eso no es todo, mi pequeñita, la abuela a invitado a unas amigas suyas especiales para que vengan a cantarte el cumpleaños feliz… ¿te apetece verlas?
La pequeña saltaba de alegría, y su abuela con un dulce cantar llamó poco a poco a las pequeñas hadas del bosque, que lentamente y cantándole cumpleaños feliz, le fueron llevando a la pequeña princesa regalos muy especiales, cómo una hermosa rosa, que la pequeña pudo oler cuanto quiso. Las hadas le enseñaron sus polvos mágicos y le prometieron que cuando tuviese dos años más podría ir a jugar con ellas cuantas veces quisiera. Jamás aquella pequeña princesa sirena había recibido un regalo tan maravilloso, pero el sol se estaba escondiendo y no podían dejar que los padres de Camila se preocupasen, así que bajaron lentamente hasta el fondo del mar, donde seguía la fiesta, pero la pequeña sirena ya no podía pensar en otra cosa que no fuese los colores y olores de la naturaleza terrestre. A partir de aquel día se esforzó mucho en conseguir nadar lo mejor posible, para poder subir a la superficie a jugar con sus nuevas amigas las hadas, sin olvidarse nunca de que su abuela Alicia había hecho posible su sueño. Le había enseñado a bailar sobre el agua.FIN
Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento pesonalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.
Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento pesonalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.
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