Este cuento me lo pidió directamente una niña, Lorena, que pasaba una situación difícil en casa, en parte creada por la crisis financiera que atraviesa este país, me lo pidió con la intención de hacérselo llegar a sus padres, para que la comprendiesen mejor, y me pareció una idea estupenda, ya que los cuentos enseñan valores a los niños pero también a los adultos, a los padres. Así que se lo hice y, al poco tiempo, la pequeña me escribió contándome que las cosas habían mejorado mucho en casa. No hay mayor orgullo que el de sentirse útil cuando una niña te necesita. Gracias a todos/as las niñas que aun tienen iniciativas como estas.
Un beso Lorena.
Un beso Lorena.
Casi cada día Lorena, una aplicada niña de 11 años, vivía la misma situación en casa. Su madre todo el día malhumorada, su padre sin aparecer hasta la noche y generalmente gritando, y tras la cena le tocaba escuchar los llantos de su madre y el refunfuñar de su padre a lo lejos, sin poder cerrar los ojos hasta que se hiciese el silencio, abrazada a su intimo amigo Chosi, el peluche ganado en una feria por su abuela.
Pero un viernes por la tarde-noche, mientras sus padres discutían cómo siempre, Lorena dejó de querer esperar a que se hiciera el silencio y cogiendo a su pequeño oso, decidió no aguantar más aquella situación, pues parecía ser invisible a los ojos de sus padres cuando ésto sucedía. Y, a pesar de pasar por delante de ellos para abrir la puerta y salir a la calle, nadie se percató de su huida.
Una vez en la calle, y metiendo su osito dentro de su abrigo, decidió que queria vivir en una casa sin chillidos ni lloros, con una madre que le hiciese mimos y un padre que sacase tiempo para jugar con ella, como tenían todos los niños y se encaminó calle abajo buscando esa supuesta familia que creía debía encontrar para ser feliz.
Mientras, en su casa, su madre y su padre, aun enzarzados en una discursión, no se habían percatado de la falta de su pequeña.
Lorena iba pasando calles cada vez menos pobladas, y el miedo empezaba a hacer mella en ella. Era una noche muy fría, así que decidió resguardarse del frío en una pequeña caseta que había en el parque, esperando a que sus nuevos padres la viniesen a buscar. Pero pronto se dió cuenta de que echaba de menos a los suyos.
- Ojalá no gritasen tanto y nos quisiéramos más- pensó la niña para si.
- Ojalá no gritasen tanto y nos quisiéramos más- pensó la niña para si.
Habían pasado más de dos horas desde la marcha de la niña, y fue entonces cuando los padres echaron en falta su presencia. Alguien llamó a la policía, y cuando estos llegaron nadie parecia aclararles nada, los padres estaban más preocupados de echarse la culpa el uno al otro que de encontrar a su propia hija. Uno de los policías allí presente puso fin a la discursion de manera tajante:
- ¿Pero que les pasa? Están aquí discutiendo quien es mejor o peor padre mientras su hija sigue ahi fuera, con una temperatura de cuatro grados y seguramente muerta de miedo. No se como no se les cae la cara de vergüenza señores, nunca he visto un caso igual de falta de respeto a un hijo- les dijo visiblemente enfadado.
Mientras en su casa sucedían estas cosas, Lorena seguía en la caseta del parque, pero ahora llorando porque escuchaba ruidos raros, animales que no conocía y la oscuridad empezaba a asustarla. Empezó a llamar a sus padres entre lágrimas, pero estos no aparecían.
Se puso en marcha un dispositivo enorme en marcha para buscar a la pequeña, rastrearon baldosa por baldosa, calle por calle, hasta que cerca de las seis de la mañana se adentraron en el parque. Los policías allí destinados oían un llanto lejano, y poco a poco se fueron acercando a la pequeña caseta que había resguardado a la niña en su pequeña aventura. Un policía alargó la mano y la invitó a salir, pero la niña era reacia a hacerlo.
- ¿Por qué te has escapado pequeña?- le pregunto el policía- nos has dado un gran susto a todos.
- No quiero escuchar más gritos, no quiero cenar sola, ni que mi madre llore...-
- Estoy seguro, de que si vuelves, podremos arreglar eso con tus padres. ¿Sabes? A veces los mayores tenemos problemas y no nos damos cuenta del daño que os hacemos a los pequeños, pero es sin querer. Seguro que tus padres ni siquiera se daban cuenta de lo que hacian. Ven conmigo pequeña, y te daré un chocolate caliente y una buena manta.
Finalmente la manita de la niña se agarró a la del emocionado policía, quien la llevó a comisaria previo aviso a su padres. Cuando los padres llegaron la niña estaba profundamente dormida bajo una manta térmica. El viejo policía les hizo entrar en su despacho.
- Señores, su hija se ha escapado porque cree que a ustedes les importan más sus gritos y peleas que ella, que no le prestan atención lo suficiente y que su madre se pasa la vida sufriendo.
La estupefacta cara de los padres se convirtió en una terrible mascara de culpabilidad, quizás si que habían dejado de lado a su hija, porque tenían algunas deudas pendientes, porque el trabajo escaseaba, porque la vida en vez de irle dando parecía ir quitandole.
- Señores, les aconsejo que crean de veras que su mayor problema es su hija, y que perderla sería lo peor que pudiera pasarles, sin poder comparar esa desgracia a ninguna otra. No se centren tanto en el trabajo, todos los problemas tienen al final una solución, pero la felicidad de su hija está ahora en sus manos y esa tan sólo la tienen ustedes. Por favor, no dejen que su hija se sienta sola y olvidada, y si de verdad se aman, traten de no darle otra impresión a su hija con sus constantes discursiones, no desperdicien la vida pensado en lo que podrían tener, sino disfrutando de lo que tienen, en especial de esa pequeña belleza que duerme en ese pequeño sofá.
A partir de aquel día todo fue mucho mejor en casa de Lorena. Los problemas no desaparecieron, pero se tomaron medidas para atajarlos. Ya no se escuchaban gritos y cada noche cenaban todos juntos, como una familia. A veces los niños nos piden tan poco que ni tan siquiera reparamos en ello. FIN.
Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.
Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.
Preciosoooo, espero que Lorena esté disfrutando esa felicidad muchísimo y que sus padres se hayan dado cuenta a tiempo, todo gracias a ella y su valentía ;D
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