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29 diciembre, 2010

EL PROFESOR QUE SIEMPRE SONREIA

Este cuento quise dedicárselo a mi amigo César Cobreiro, profesor de secundaria y un hombre joven con una capacidad innata para educar. El receptor es él mismo, para que quizás entre los dos pudiésemos entender mejor a alguno de sus alumnos, aquejado de una alteración de la conducta. Espero que os guste. Saludos.


"Un nuevo curso empezaba y todos los niños estaban nerviosos ante la puerta del colegio, unos impacientes, otros asustados. El timbre del patio les avisó de la despedida de sus padres y de los amigos que estarían en otras aulas hasta la hora del patio. Fueron entrando desordenadamente  y sentándose en las mesas que querrían habitar durante todo el curso.
Luis y Mario iban juntos desde primero de primaria y eran  muy amigos, tanto que incluso durante el verano solían verse. Adrián era el más listo listo de la clase y Marta la chica más guapa. Con nueve años ya empezaban a fijarse en esas cosas y aquella niña tenia una mirada especial. También estaba, como todos los años, Iker, el gamberro oficial de la clase, el que les pegaba, les amenazaba, y les quitaba el desayuno en el recreo, aquel al que todos temían y detestaban a la vez.
El silencio se hizo en el aula cuando un chico apareció en ella y dijo llamarse César. Nadie lo había visto nunca en aquel colegio y de repente se presentaba como su nuevo profesor. El maleducado de Iker bostezaba mientras el profesor hablaba, pero sorprendentemente nadie le prestaba atención.
- Bien, chicos, este año seré vuestro profesor de lengua española. Espero de vosotros respeto y esfuerzo, no permitiré ninguna falta de respeto ni de educación mientras yo esté en esta clase…
Se oyó una risotada de fondo y todos giraron sus cabezas para ver quien había sido, sabiendo ya todos de antemano que había sido el “listillo” de Iker.
Todos los años, aquel niño de pelo negro y ojos esquivos había conseguido desquiciar a cualquier profesor que se le pusiese delante y él creía que con aquel no iba a ser diferente.
- ¿Tienes algo que contarnos? Ponte en pie y cuéntanoslo - Le dijo el profesor apoyandose sobre el respaldo de su silla.
- No quiero.
- Ahhh!!! ¿Eres uno de esos niños cobardes que tan sólo hacen cosas cuando el profesor no les ve y que se dedica a aterrorizar a los demás cuando son más débiles?...
- ¡Yo no soy un cobarde!- le dijo chillándole- soy el más fuerte de la clase…
- ¿También eres el más listo? Porque te diré una cosa, vengo de dar clases en un lugar donde todos se creían los más fuertes pero como ninguno de ellos era listo, terminaron allí encerrados y al final se acabaron dando cuenta de que chicos que se creen los más fuertes hay muchos, pero ninguno de ellos acaba bien.
Todos los niños estaban expectantes ante las respuestas del profesor y la cara absolutamente colorada por la rabia que tenía Iker. El silencio se hizo durante un momento rompiéndose tan sólo cuando el profesor se levanto para indicarle a los chicos que sacasen sus libros de texto.
- Bien, ahora sigamos con la clase. ¿Alguien ha leído aquí la novela de Harry Potter?
Hubo un murmullo general en toda la clase. Nadie esperaba esa pregunta. La mayoría lo habían leído y les había encantado. Se empezaron a levantar las manos timidamente. El profesor escogió la de Mario al azar y le preguntó:
- ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Mario.
- Bien Mario, ¿cual es la mayor virtud de Harry?.
- Que tiene poderes y sabe hacer magia.
- ¿Y porque crees que sabe hacer magia?
- Nació con ese don.
- Eso es inexacto, amigo.- le dijo sonriendo- Harry ni tan siquiera sabía que tenía poderes hasta que lo enviaron a la escuela… ¿alguien puede sacarme una moraleja de esa novela?
- Bueno- dijo Adrián timidamente- yo creo que si Harry no hubiese ido a la escuela no habría podido hacer todos esos trucos, allí aprendió mucho, le enseñaron a hacer cosas muy chulas, aunque a veces se equivocaba, al final lo intentaba mucho y lo lograba.
- Muy bien chico, esa es la esencia de Harry Potter. No importa que tengas poderes, si no sabes utilizarlos ... ¿verdad chicos?
Sonó el timbre que les invitaba a ir al patio. Se levantaron todos rápidamente, deseando llegar cuanto antes al campo de fútbol. El profesor se acercó a Iker y se lo llevo con él. Una vez en su despacho, aquel pequeño rebelde se sentó de mala manera en un sofá preparado para la ocasión.
El profesor sin dejar de sonreír se acerco a él y le dijo con voz suave:
- Vamos a ver chico ¿Crees que tu actitud es la correcta? ¿qué ganas con ella?-
- A ti que te importa... todos vais de guays y después sois todos iguales. Al final siempre acabáis haciéndole la pelota a los listos, los demás no somos nada…
- ¿Te voy a contar algo, vale?  Yo era como tú, no me importaba nada el cole, nunca hacia los deberes, contestaba a los profes y les daba miedo a los demás. Estaba todo el día peleándome y buscándome problemas, eso me hacia sentirme importante, todo el mundo me tenia miedo, hasta los padres.
- ¡Que va!- le contesto el niño asombrado y desafiante- los profes siempre son unos carcas que nos dicen como tenemos que hacer las cosas y que si no las hacemos como vosotros creéis ya no valen. No nos dejáis hacer las cosas cómo queremos o cómo nos gustaría, solo como vosotros ordenáis. Seguro que a mi no me pasa nada... os daría una paliza a todos.
El profesor se quedó pensativo tras su mesa, pero sin perder la sonrisa que le caracterizaba. Quince años atrás él hubiese utilizado la misma frase e incluso peor.
El curso siguió su andadura e Iker no parecía estar dispuesto a cambiar su actitud, siempre desafiante y violenta. Los demás niños seguían  teniéndole el mismo miedo, viviendo su tiranía. Pero justo antes de las vacaciones de semana santa ocurrió un hecho que cambiaría definitivamente su manera de ver las cosas. Llegó de manera totalmente inesperada un nuevo alumno al colegio. Tenia 12 años, se llamaba Eduardo y lo habían expulsado de un centro anterior por herir gravemente a otro chico de su misma edad. Y desde el primer día descubrió que si avasallaba a Iker justo después de que éste hubiese “recaudado”  todo cuanto había podido entre sus compañeros, ni tan siquiera tenía que esforzarse en conseguirlo. Así las cosas, Iker empezó a notar el mismo miedo que él había infringido en otros niños, en su propia carne, y su valentía se convirtió en una negra nube de impotencia. Al mes de estar Eduardo en el centro, Iker solicito una tutoría privada con César. Cuando entró en su despacho ya no tenía ese aire chulesco y desafiante del primer día. El profesor le invitó a tomar asiento con voz suave, dejándole tiempo para que el muchacho quisiese hablar por si mismo. Pasaron un par de minutos y el chico cabizbajo empezó a hablar. Al principio su voz era muy baja:
- Tenias razón, el chico nuevo no me deja en paz, me amenaza y me pega contínuamente, quiere que le de todo, lo de los demás y lo mío… creí que podría pegarle una paliza, pero hace poco me esperó a la salida y me pegó patadas y puñetazos…
- ¿Crees que la fuerza es lo único que puede pararlo?- el chico asintió casi con lágrimas en los ojos- Pues yo creo que podríamos tenderle una trampa entre toda la clase ¿qué tal si le enseñamos que los demás también sabemos defendernos?.
- ¿Podríamos hacer eso?- contestó el chico con un nuevo brillo en la mirada- ¿y eso haría que nos dejase en paz?.
- Si hacemos eso tienes que tener una cosa bien clara… habrás pasado al otro lado y tendrás que seguir las reglas como todos los demás. Ya no aterrorizarás a más niños, no les obligaras a hacer nada que no quisieses que te hicieran a ti y empezaras a esforzarte de verdad en las clases, siendo educado y correcto en todo momento… ¿estás de acuerdo con estas condiciones?, si dices que si te comprometerás a cumplirlas estrictamente,¿vale? No tienes que sacar unas super notas, me vale con que apruebes¿vale?
El chico aceptó de inmediato, entendiendo que el final de su infierno estaba cercano y sabiendo cuanto daño había hecho él con ese mismo comportamiento. Si, cumpliría lo pactado.

Las siguientes semanas la clase se convirtió en un pelotón de atrincheramiento. Cada alumno tenia una posición asignada y una labor que realizar. Por primera vez  toda la clase sin excepción colaboraba hombro con hombro para erradicar un problema común a todos.

En dos semanas, y siendo los profesores conscientes de que se habían producido varios robos de material de cierta importancia en el centro, la clase estaba preparada para ejecutar su plan.
Eran las diez de la mañana y Marta estaba situada junto a la puerta de entrada interior del colegio y su frase clave era: “que pantalones mas chulos llevas hoy, Edu”, en cuanto Luis y Mario escucharon la frase empezaron a hablar en dirección a ellos, comentando Mario que su madre le había encargado ese día unas compras y que le había dado veinte euros para poder hacerlas. El anzuelo aun no estaba del todo echado. Sabiendo que Eduardo tenia que pasar por el aula de informática para llegar a su clase, la profesora de informática y Adrián mantenían una conversación en un tono más bien alto en el que la profesora le informaba de que le habían llegado los nuevos scaneres y tenía que tener mucho cuidado porque valían mucho dinero. El cebo estaba echado .. ahora tan sólo faltaba que el propio pez tirase del sedal. Ese tirón se produjo en la hora del patio, cuando Eduardo le ordenó a Iker que averiguase cómo se podía acceder al aula de informática, y a su vez le ordenó, pegándole, que fuese a robarle los veinte euros al “pringao” de Mario… todo había quedado grabado en un móvil. Aun así y para disipar sus dudas, Iker le informó de que la llave del aula de informática estaba en conserjería. A la hora de la comida, el pequeño gamberro encamino sus pasos a conserjería, pero su enorme sorpresa fue que allí se encontraba la policía. Se lo llevaron delante de todos. Aquella pesadilla ya había acabado y todo había sido gracias al trabajo en equipo. Al día siguiente Iker se disculpó públicamente ante todos aquellos a los que había dañado de una u otra manera durante aquel tiempo… y el profesor iluminó su sonrisa más que nunca, porque se sintió orgulloso de aquel muchacho que había sabido rectificar a tiempo, sabiendo que con el tiempo no sólo sería una gran persona, sinó un gran hombre, con la certeza de que la violencia nunca más le haría creer que le hacia ganar… sinó que cada uno de sus actos acabarían por definirlo."  FIN 


Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.


28 diciembre, 2010

LA PRINCESA REBELDE

Este cuento lo hice de manera especial para la hija de Ivinka Cid, una madre con mucho carácter, el mismo que le pasó a su hija en los genes. Su niña tiene una vitalidad asombrosa, es curiosa, inteligente, intrépida.... todo un terremoto. su nombre, precioso por cierto, Haizeder. Espero que disfruteis del trepidante caracter de esta princesa especial. Saludos.


"Veía cada día el amanecer y el atardecer desde la ventana de su enorme y más que perfeccionada alcoba, la que cada noche escuchaba resignada sus lamentos silenciosos, la que convertía su amplitud en una agonía de paredes asfixiantes que le impedían ver el mundo y la mantenían alejada de sueños y realidades.... de todo lo que se suponía que su sangre azul no debía ni tan siquiera tener en consideración, pues las princesas no lloran, no sienten, mantienen la dignidad magnificada a un plano absolutamente desorbitado para que de algún modo nadie ose jamás en poder en duda su capacidad femenina ...y mientras aquella pequeña y débil princesa soñaba con escuchar cómo se vivía en el mundo real, pues ella tan sólo dejaba pasar las horas, perdida entre las mil maneras de hipocresía que debía utilizar y las sofisticaciones que ella tanto odiaba, sin tan siquiera sonreír, demasiado superficial para una princesa. Sin soñar, ya que los sueños están relegados a los pobres que no tienen derecho a disfrutar de todo cuanto la vida le había regalado a ella. Había noches en que ni siquiera las estrellas venían a visitarla, y una horrenda soledad se apoderaba de su mente, sabiendo que todo aquello que le habían vendido como un privilegio, era en realidad una trampa para que ella no fuese capaz de pensar por si misma, de tomar decisiones, de tener en algún segundo unas inmensas ganas de sentir la libertad. Pero el tiempo pasaba y esa pequeña princesa triste se hizo mujer y toda la amargura acumulada en lo más profundo de su alma se transformó en un terrible torbellino de ira e indignación. incluso todo el miedo que durante años habían creado en su inocente mente había decidido sacar a relucir sus ansias de respirar, pero no de hacerlo para sobrevivir hasta el día siguiente, sinó para de verdad sentir cada sensación de la bocanada, para que el sol calentase sus ojos y los hiciese brillar, para que resecase tantas lagrimas que la habían vencido durante tantos años.... Aquella mañana fué diferente, todas sus frustraciones se concentraban en sus puños, cerrados por la ira, por la intensa sensación de haber sido durante años la marioneta de gente sin escrúpulos que se había aprovechado de su inocencia y bondad hasta el punto de robarle la vida. Esa mañana ya nadie se cruzaría en su camino, y pobre de quien lo hiciese porque seria arrollado de manera inmediata por aquella frágil princesa que de repente se dio cuenta de que su fortaleza había estado creciendo en silencio en su interior, de manera pausada pero recia, esperando el momento exacto para darle la libertad que tanto había ansiado, para tomar las riendas de su vida quitándose de enmedio a la gente que se había encargado de llenar su vida de lastres inútiles, tan sólo para mantenerla inmovilizada, sin salida. 
Salió de la habitación con una absoluta determinación, los guardias se cruzaron de manera inmediata en su camino y ella, levantando la cabeza y mirándoles directamente a los ojos, tan sólo necesito una frase: 
- Apartaos de mi camino, ya nadie volverá a interponerse en él. 
La estupefacción de los guardias fué evidente, ni tan siquiera sabían cómo actuar y su actitud los había paralizado de manera inmediata. Y ella se sintió orgullosa de si misma. Fué directamente a la cocina, guiándose por su intuición, pues era una estancia en la que jamás había estado, y se encontró entre unas hermosas mujeres que reían y trabajaban sin descanso. Su presencia enmudeció el local y cortó la respiración del personal allí aglomerado. Ella tuvo el suficiente tiempo de fijarse que la belleza que rezumaban aquellas muchachas no la provocaba sus vestimentas, sus peinados ni sus formas .. Sinó que era provocada por cada una de sus sonrisas, de sus palabras dulces y sinceras, de su manera de ayudarse entre si. Llegó como una exhalación la institutriz que durante años había sido la principal responsable de su aislamiento y su pesar más profundo. Llegó como siempre, con una superioridad absoluta, dando órdenes, exigiendo, con una autoridad que rozaba la dictadura más absoluta, pero por supuesto contaba con la más absoluta abdicación y sumisión de la débil princesa a quien había utilizado durante años para descargar en ella sus fustraciones más profundas, para no tener que pensar en sus propias miserias. Todo se volvió gris ante su presencia, como si su maliciosa mirada robase las sonrisas y las convirtiese en escasos segundos en terror. La indignación acumulada durante años explotó de repente entre las manos de la princesa. 
- Sra. Maximina, le ordeno que pida disculpas de inmediato y que jamás tenga la indecencia de dirigirse a estos honrados trabajadores de ese modo… sinó me veré obligada a prescindir de sus servicios de manera inmediata. Espero haya comprendido mis instrucciones con claridad y se lleven a termino en el acto. 
- Pero señora, son simples sirvientes… – dijo con la cara descolocada por la ira.  
- Ese ha sido siempre su principal error, ya que lo que son no lo tiene usted muy claro. Estas personas son las que se encargan de ponernos un plato de comida en la mesa, los que se encargan de mantener nuestras vestimentas en perfecto estado, nuestras estancia limpias, nuestros cabellos limpios y cuidados….¿Podría decirme en qué me veo beneficiada yo por su presencia? Jamás le he visto hacer nada más haya de dar ordenes y mostrarse prepotente con la gente que de manera resignada y por su propia supervivencia se ven obligados a callar ante las innumerables humillaciones a las que se ven sometidos por su maldad infinita… ¿seria usted capaz de darme una razón de peso para que su presencia fuese imprescindible en ésta morada?, porque sinceramente, yo no encuentro ninguna. De hecho. Aun estoy esperando por esa disculpa. 
- Una señora de mi categoría jamás debe sublevarse ante sus lacayos, sería una indignidad…. 
- Indignidad es lo que usted atrinchera contra ésta gente de manera constante y contínua, por lo tanto y cómo no encuentro ninguna utilidad a su presencia en mi casa, le ruego recoja sus cosas y salga del castillo antes de que los propios guardias se encarguen de ponerla en su lugar… eso si, muy dignamente, del mismo modo en que usted ha tenido la desfachatez de dirigirse a estas personas en mi nombre…. Agradezco sus servicios hasta el día de hoy, aunque he de reconocer que no tengo muy claro en que han consistido, más hayá de crear el pánico e imponer su voluntad a la fuerza allí por donde pasaba. A partir de este momento, mi casa estará llena de luz, de sonrisas, de gente que sea justamente recompensada por su esfuerzo, porque no quiero que vuelvan a sentir jamás en la vida que su sudor es en vano. Hasta nunca Sra. Espero que reciba de ahora en adelante el mismo trato que usted ha brindado. 
Con un por favor por delante, les pidió a los guardias que la acompañasen a recoger sus cosas y se asegurasen de que abandonaba el lugar, sin utilizar un tono de mando, sin dictadura…. Solo el tono afable que siempre la había caracterizado. Una última frase le llegó desde la lejanía: 
- Una princesa jamás se comportaría así, no tiene actitud para gobernar un reino y jamás será respetada. – su ultimo graznido llego claramente a oídos de la joven princesa. 
Por primera vez en su vida , estaba de acuerdo con ella, quizás nunca sería una princesa, tal vez no lo había sido nunca, por mucho disfraz que le hubiesen querido hacer vestir, pues no reunía las maldades, las hipocresías, las ansias de poder, y la ruindad necesarias para coger a su pueblo y asfixiarlos de manera sistemática para su propio beneficio, porque quizás no tenia la clase exigida, los modales tan refinados ni el corazón tan frío …  tal vez jamás quiso aquel absurdo trono que simbolizaba la opresión y la más absoluta dictadura de los cuerpos y las mentes de unos simples trabajadores que se dejaban cada día allí la piel tan solo por agradarle, con sudores de terror por si algo fallaba. Reunió a todo el personal en el gran y pedante salón principal. Veía sus caras de pánico, posiblemente ante la posibilidad de ser despedidos, o peor aun, a ser aun más sometidos de lo que ya habían sido. Se dirigió a cada uno de ellos mirándoles a los ojos, sin utilizar atril, sin levantar el tono, sin ni tan siquiera por un instante creerse superior a ellos en ningún sentido. 
- A partir de ahora las cosas van a cambiar en palacio. A partir de éste instante, todas las cortinas permanecerán abiertas, dejando entrar el sol a todas horas. Los empleados de mayor edad, serán destinados a trabajos menos pesados, y si no se sienten capacitados para llevarlos a cabo, tendrán derecho a hacerme llegar su problema particular y se le intentara dar solución. Habrá libre paso por las estancias del castillo, excepto por mi alcoba particular, a la cual tan sólo tendrán acceso las personas designadas por mi. Toda persona empleada a mi cargo, tendrá una retribución digna y me encargaré personalmente de que sus hijos acudan a la escuela, tengan zapatos y prendas de vestir dignas. Las jornadas laborales no serán interminables, no se darán ordenes de manera arbitraria. Espero de cada uno de ustedes  se haga responsable de su propia tarea, la cual estoy segura que realizaran a la perfección, pero en ningún momento se volverá escuchar una orden o un chillido en éste castillo. El personal del castillo, así como sus familias podrán comer aquí siempre que lo necesiten y el horno real se encargara, a partir de este mismo instante, de proveer de pan a todo el reino el cual verá mermados sus impuestos a la mitad, ya que no se necesita amasar más fortuna en éste castillo, espero que la colaboración de todos sea lo suficientemente fructífera cómo para garantizar la dignidad de cada uno de los habitantes de mi reino, y que las sonrisas invadan este lugar hasta este momento gris . 
Las caras de los allí presentes se transformaron y un halo de esperanza parecía haber llamado a su puerta… y las sonrisas volvieron a aflorar, iluminando aquella estancia como jamás en su vida había visto la joven princesa. 
- Señora, ¿Qué porvenir le espera a mi hijo?- esa llorosa voz la estremeció profundamente. 
Le pidió a la señora que había formulado la pregunta que se acercase para escuchar mejor todo cuanto tuviese que decirle, mientras los demás retomaban sus actividades diarias. 
- Qué le ocurre señora.. ¿Tiene a su hijo enfermo quizás? 
- No señora, el ama lo encerró en el calabozo por coger una hogaza de pan para mantener con vida a su moribundo padre… lleva dos semanas encerrado en los sótanos del castillo y temo seriamente por su situación …. Es un buen chico, tan sólo quería evitar la casi inevitable muerte de su padre …. 
- Guardias!!! Quiero que nos encaminen ahora hacia los calabozos- Se sintió la persona más miserable del mundo tras escuchar a aquella mujer, viendo como cada surco de su muy astillada cara se llenaba tímidamente con lagrimas y sus ojos llenos de bondad estában enrojecidos. 
El camino se hizo interminable, apenas podía creerse que en el castillo se dispusiese de una fortuna semejante y su gente se muriese de hambre , que la crueldad llegase hasta el extremo de negarle una hogaza de pan a alguien, fuese quien fuese. Cuanto más avanzaban, más húmedo era el ambiente, el hedor era insoportable, y el silencio estremecedor. Ya, ante la puerta del calabozo, no quiso mirar esperándose lo peor, sabiendo que no había una crueldad más evidente que aquella. El chasquido de la puerta era sinónimo a la rotura de su corazón. Los guardias le abrieron paso en aquella oscura y tétrica estancia.Le pidió a la madre que permaneciese fuera, atemorizada por lo que allí pudiese encontrar y se adentró en el infierno. En una esquina había un bulto indefinido, se acercó lentamente, y con una inmensa vergüenza acechando su conciencia, se agachó y rozó su húmedo brazo. Él levanto su cabeza lentamente, sin apenas poder levantar los parpados, sin dejarle apenas ver sus ojos rotos por miles de lágrimas derramadas por la rabia, indefensión, dolor y miedo… y se vió dolorosamente a si misma. 
- Guardias!!! Suban a este chico a una de las alcobas, que el doctor acuda de inmediato, que le preparen comida. Quiero saber en cada instante el estado de éste chico, que no le falte de nada, y que pueda contar con la presencia de su madre cuanto tiempo quiera. 
Les vió salir de aquel cuchitril, y la princesa apenas podía respirar. Dios mío!!! Como había estado tan ciega! Se dejó caer sobre el suelo putrefacto en el que aquel chico había dormido durante dos semanas y su precioso vestido parecía la más terrible de las vestimentas, y ella la persona más miserable de todo el reino. Si, realmente no era una princesa ni deseaba serlo. 
Pasaron los días y el castillo se lleno de vida y luz, los jardines se convirtieron en su pequeño paraíso. Notaba y sentía los olores. La gente mantenía la sonrisa y la cordialidad y en la aldea todo el mundo estaba contento. 
- Señora, el paciente ya esta recuperado y solicita su presencia- la voz de uno de los guardias la despertó de uno de esos sueños suyos, de los que ahora veía en cada una de las flores y árboles que rodeaban el reino- ¿acudirá usted o le digo que no puede ser?. 
- Acudiré ahora mismo, gracias. 
Subió a paso ligero el tramo de paseo que la llevaba a la puerta principal del castillo y las escaleras se le hicieron interminables. Una vez frente a la puerta notó como sus manos temblaban ante el pomo, sin saber como podría compensar de algún modo la pesadilla que había permitido, de manera indirecta, que viviese aquel chico. Volvió a tragar saliva, e intentó disimular el sudor de sus manos, limpiándolas en su vestido. La puerta se abrió en absoluto silencio y se introdujo en aquella estancia llena de la brillante luz del día. Se acercó a la cama donde yacía el producto de la más profunda crueldad. Una sonrisa la recibió.Levantó la cabeza y la de él estaba agachada ante su presencia. 
- No has de agachar la cabeza ante mi presencia, ya nadie a de hacerlo. ¿Como te llamas?- Su voz temblaba, jamás había visto a un chico en semejante situación, tan cercana, tan íntima. 
- Daniel, señora. 
Levantó la faz en su contestación y sus ojos la impregnaron de una enorme sensación que jamás antes había sentido. Notó el rubor de sus mejillas, pero no quiso dejar de fijarse en cada una de sus facciones…. Sin poder evitar acariciarlas. El silencio no hacia más aumentar  su nerviosismo. Tenía que romper ese instante o echaría a correr en cualquier momento. 
- Espero que su recuperación sea satisfactoria, no dude en haceme saber si necesita alguna otra cosa. 
- Señora, Estoy totalmente recuperado, tan sólo quería agradecerle su gesto hacia mi y habiendo sido puesto al día por mi madre de los cambios efectuados en el reino, no me queda más que decirle que es usted una auténtica señora. 
- No lo creo, tan sólo soy un ser humano, como todos, incluso a veces un poco más ruin que algunos de ellos, sé que jamás podré compensar el daño que se le efectuó al ser encerrado injustamente, pero me gustaría que no me guardase rencor,  pues si hubiese sido consciente de ello jamás le hubiese sucedido- hizo el ademán de levantarse y la mano de él agarro con dulzura la de la joven princesa y supo que jamás querría dejar de sentir sus dedos entre los suyos ...
Si, jamás había sido una princesa……  FIN??


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Un beso.

LAS LAGRIMAS DEL DRAGON VALIENTE

Este cuento personalizado se lo hice a mi amiga Espe que, por circunstancias ajenas a su voluntad, está apartada de sus pequeños. Aún así, su hijo mayor, Marco, tiene un carácter muy valiente, y quise reflejar esa parte de su personalidad. Espero que os guste. Saludos. 

"Aquella mañana era más fría de lo normal, pues en toda la casa se notaba la falta de la sonrisa que les recibía cada mañana con el desayuno caliente y los brazos dispuestos para el abrazo. Aquella horrible mañana, no hubo abrazos, ni calidez, tan sólo un terrible silencio que ninguno de los tres pequeños llegaba a entender. Cada uno de ellos se miraron entre si, tratando de encontrar respuestas a su repentina ausencia, los dos pequeños,  Vera y Alberto, sabían que algo no había ido bien, su madre jamás se habría separado de ellos de manera voluntaria sin decirles adiós, es más, estaban convencidos de que jamás se habría ido sin llevarlos con ella. Marco, el mayor, se sintió ofendido por la repentina partida de la persona más importante de su vida, y decidió tomar el camino del enfado para protegerse de su propio dolor. Mientras tanto, su madre, la que tanto los añoraba, la que les esperaba todos los días a pie de escalera para darles el beso de buenos días, lloraba amargamente su ausencia a través de la ventana, pensando ilusionada que mediante el viento les llegasen sus mensajes de amor, su desesperación, y sobre todo su innata lucha por recuperarlos al precio que fuese, aun poniendo en peligro su propia vida. Cada día en su vida era el reto constante de escuchar su voz y notar sus pequeños brazos en su cintura mientras ella les susurra cuanto les quiere… pero el tiempo siguió pasando y, por desgracia, el mayor de los niños, Marco, siguió adoptando la actitud que, de manera intencionada, su propio dolor le había aconsejado, sin darse cuenta de que con ello no sólo estaba dañando a la mujer que más le quería en el mundo, sinó que además él  tan sólo obtenía mas dolor a cambio. Mientras su fachada se vestía de fortaleza y orgullo, su corazón iba poco a poco notando cada vez más la ausencia de aquella que en mil ocasiones le había susurrado en la almohada, le había cuidado y le había hecho sonreír, aun cuando la tristeza le perseguía … y eso no podía olvidarlo.
Una noche, la más que agotada ya madre, decidió asomarse al balcón y con lagrimas en los ojos llamarlo en silencio, rogándole que la escuchase allí dónde estuviese. En la casa gélida, los pequeños Vera y Alberto aun notaban como su madre los arropaba y les besaba antes de que los sueños les llevasen a los mil recuerdos que con ella compartían, sabiendo que cualquier día ella volvería a buscarlos y serian tan felices como siempre, he incluso más. Carlo en cambio se hallaba sentado en un banco, sólo, llorando también en silencio para que nadie viese su debilidad, pues él era el dragón que protegía a sus hermanos de la tristeza y la desolación, cosa que hacia muy bien por cierto.
Pero aquella noche iba a ser especial, el aire olía diferente, a hierba recién cortada y flores frescas, a libertad, a un amor infinito que fluye entre la brisa .. y así fue como la voz de esa madre llego a su valiente hijo rebelde, y entonces él supo que no podía estar con él porque no le dejaban, porque se lo impedían, porque su amor por ellos es tan inmenso que lo mas fácil es utilizarlos como escudo, esperando su maligno secuestrador que ellos hagan exactamente lo que Marco hacia en ese momento, dañarla influido bajo mentiras y manipulaciones ocultas… pero aquella brisa le dio aire, dejó que sus lagrimas fluyesen con libertad y que de su garganta saliese un grito que la aclamaba, que le decía cuanto la añoraba, recibiendo al mismo tiempo a través de la brisa el mensaje de la madre diciéndole que ella nunca se rendiría, que jamás había olvidado su amor por ellos, que nadie podría impedir que su corazón les perteneciese por completo cada segundo de su vida.
La lucha fue dura, hubo engaños y ataques por la retaguardia, pero el valiente dragón supo distinguir desde entonces cada una de la traiciones que le tenían preparadas sus enemigos, cada uno de los escollos que le ponían en el camino que le llevaba hacia su madre, pero sin soltar nunca a sus hermanos de la mano inicio el camino más difícil de su vida, el de la verdad. Tras ese agotador recorrido, por fin llegaron a los brazos que tantas veces habían soñado, que tanto habían añorado. Su tacto fué cómo un intenso escalofrió que les devolvió a la vida y les hizo creer de nuevo a todos que los corazones que se aman jamás son separados, tan sólo logran ser confundidos por un tiempo, pero sin consecuencias graves.
Los cuatro se fueron alejando, sabiendo que dejaban atrás una dura lucha, pero también una gran batalla ganada, la de juntar sus manos y que ya nadie las pudiese separar. Si, la coraza de dragón había desaparecido, ya nadie la necesitaba."  FIN


Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.

27 diciembre, 2010

EL COFRE DE LOS DESEOS

Hola a todos/as, este es mi primer cuento, el de presentación. Fue el primer cuento personalizado que hice y en esa ocasión decidí dedicárselo a mi propia hija, que en estos momentos tiene ocho años, creo que nunca olvidaré su cara mientras lo leía... sus ojos brillaban. Mi hija ha pasado por momentos muy duros  pero ha salido adelante. Espero que vuestros ojos también irradien esa luz cuando lo leáis. Gracias a todos/as por estar leyéndolo. Saludos. 


 "El destello del lago era inconfundible, su paz, su serenidad. Y una pequeña hada en su orilla, preguntándose que habría más allá de todo cuanto podía su vista llegar a ver, entre los pétalos de una hermosa gardenia que la abrazaba y resguardaba de la leve brisa que brotaba aquel amanecer. Cada dos días esperaba impaciente que aquel pequeño lago se convirtiese en su pequeño nido de sueños... cada vez que un joven acudía allí en total soledad a chapotear… y el lago se iluminaba con su mirada… Tan clara y tan triste, tan melancólica y hermosa. Jamás había escuchado su voz, pero tampoco lo necesitaba, con su sola presencia, la pequeña hada recostada sobre una piedra, podía acariciar cada una de sus palabras mudas, sabiendo que se transformaría en cualquiera de las gotas que se deslizaban por su cuerpo por un instante de su compañía. Llevaba meses espiándolo, en silencio, con un nudo en la garganta, llorando a escondidas por la alegría de saber que compartía esos pequeños momentos a su lado, aunque no con él. Pero aquel día había algo diferente, sus ojos no se iluminaban… y una lágrima ensombreció la totalidad del bosque volviéndolo macabro y dañino. La pequeña hada, viéndose tan frágil, se vio inundada por el pánico, sus manos temblaban. Cerró los ojos durante un instante buscando que aquello tan sólo hubiese sido obra de su imaginación, aquella en la que la malicia no tenía cabida. Su pequeño corazón guió sus pasos, agitó sus alas enérgicamente y la posó sobre su hombro para que pudiese susurrarle al oído:
- No te preocupes, yo cuidaré de ti siempre.                          
Y una pequeña lágrima cayó sobre el hombro de él. Durante un instante apenas salía de su asombro, su lágrima había impactado contra su cuerpo y él la había notado… quiso echar de nuevo a volar, pero el miedo la paralizó. Él la cogió entre sus pequeñas manos y atónito, le preguntó:
- ¿Quién eres tú pequeña dama? - ver sus ojos tan de cerca había enmudecido a la pequeña hada asustada.
- No soy nadie… simplemente nadie, tan sólo existo en tu imaginación… allí donde duermen tus sueños…
- Pero eres hermosa y me das fuerza…
- Nooooo… la fuerza está en tu interior, allí donde menos la buscas, escondida… pero, si miras en el fondo de tu corazón, encontrarás la luz que ilumina tu mirada, cada una de las cosas bonitas que tienes, que te pertenecen, que puedes ofrecerle al mundo…
- Yo no tengo nada de eso, solo soy un simple granjero, siempre sucio y solo…
- Nunca has estado solo… recuérdalo… y nunca lo estarás si de mi depende…
Y la pequeña hada batió sus alas con una dulzura especial, haciendo que el rostro de aquel pequeño niño reluciese de nuevo. Aquella noche la pequeña hada se dedicó a buscar la manera de que aquel pequeño volviese a recuperar la sonrisa, pero por mucho que pensaba no encontraba una solución. Se acercó hasta la destartalada casa del chico de la cara dulce y los ojos hermosos, y le vio trabajar de sol a sol, sin un sólo quejido, sin una sola exigencia… y salir del campo, ya de noche, para beberse un pequeño cuenco de sopa casi fría. Silenciosamente se metió por una rendija de la ventana y bajo una porción de polvos mágicos se coló en sus sueños… Observó durante un instante lo que allí sucedía, cada pequeña cosa, cada una de sus penas e inquietudes, sabiendo el daño que le habían hecho en el pasado, cuando una malvada bruja se había cruzado en su camino y le había quitado la capacidad de soñar, de sentir, de creer que hasta las cosas más pequeñas pueden ser enormes, cuando con su maliciosa manera de tratarlo, se había llevado una enorme porción de su parte más tierna y sensible, la que le hacía libre para amar las cosas pequeñas, aún a sabiendas de que esas cosas eran las que le podían dañar más, dejándolo sin la capacidad de creer que fuera de ella había personas que podrían amarlo con locura si él les dejaba, que podían volver a hacerle creer en sus propios sentimientos… dotándole de la dulzura que había dejado en el camino, tras el reguero de la decepción y el dolor. La pequeña hada decidió entonces interferir en esos sueños llenos de miedos y faltos de inocencia, para intentar de algún modo volver a enseñarle lo que la sensibilidad podría traerle a su vida, todo cuanto, por esconderla, se perdía… el porqué las cosas a veces suceden, el porqué a veces la lucha parece más dura de lo que en si es…
Navegó batiendo sus alas hasta lo más profundo de su corazón y lo convirtió en un pequeño elfo, llevándolo de la mano a la parte más profunda del bosque. Al principio el pequeño niño estaba asustado y se defendía con uñas y dientes de mil enemigos imaginarios. El hada le tendió su mano, y cuando se la agarró pudo notar su intenso temblor, así que mirándole fijamente le dijo:

- No temas pequeño elfo, yo estoy aquí contigo, y juntos podremos resolver cuantas trabas nos encontremos por el camino…
- ¿Y entonces porqué tengo tanto miedo… y es más… porque no lo tienes tu hadita?
- Porque yo ya hace mucho que viajé hasta aquí y aprendí que ningún miedo es mayor que el que nos tenemos a nosotros mismos… el que nos hace tan frágiles y miedosos… no proviene de los demás sinó de nosotros mismos.
Entre la maleza asomó la cabeza una tremenda serpiente, con una terrible lengua llena de veneno… retrocedieron de inmediato, asustados, pero la pequeña hada recomendó al niño:
- Es más grande que nosotros, a simple vista es más poderosa, pero busca en lo más profundo de tu alma y encontrarás el arma perfecta para combatirla… sinó, seremos devorados.
El pequeño se esforzaba y esforzaba en encontrar un camino de huída, pero por mucho que miraba no encontraba una salida, y entonces ya no vio más que la posibilidad de enfrentarse a aquella inmensa serpiente... ¿Pero cómo? Era demasiado pequeño para vencerla. Miró a la hadita y por primera vez vio cómo el brillo de sus alas se iba apagando… y algo en su corazón movió sus manos con una fuerza que ni tan siquiera él sabía que tenía. Cogió una gran piedra y se la lanzó dentro de la boca a la serpiente, provocando que  se atragantase y fuese muriendo poco a poco. El niño seguía temblando.
- ¿Por qué sigo temeroso hadita, si he conseguido vencer a la bestia? - preguntó desconcertado.
- Tan sólo has vencido al odio, y es verdad que es un gran enemigo poderoso, pero no es el más poderoso de éste pequeño reino… hemos de seguir el camino para que puedas encontrar aquello que dejaste olvidado dentro del odio, pero ahora que nos hemos deshecho de él, iremos mucho más ligeros...
El brillo de las alas de la hadita no había vuelto del todo, quizás porque faltaba mucho para llegar al castillo que estaba sobre la colina, y cada vez que él desfallecía o dudaba, aquellas alas perdían poder y fuerza.
Tras cruzar un inmenso prado lleno de preciosas amapolas, se vieron al pie de una colina sobre la cual emergía poderoso el castillo donde debían ir a buscar el tan ansiado tesoro que deseaba aquel pequeño niño, cuya mirada se había visto entristecida por la falta de amor y felicidad en su vida.
- No podremos subir tan alto hada… está demasiado lejos… - dijo desilusionado.
- Tan sólo te aparta una montaña de tus sueños. Es verdad que es escalada, que hace frío y llueve, que posiblemente mil peligros nos aguardan si decidimos entrar en ella, pero por otra parte… ¿qué tienes que perder? Ya has perdido demasiado, pequeño… ¿Qué me dices?
- Bien, tengo mucho miedo, pero estoy preparado.
Las alas de la hadita relucían como nunca. Se pusieron en camino, tropezando bajo mil piedras y trampas ocultas, viéndose acechados por mil bichos que intentaban hacerles desistir, que le molestaban y atacaban de manera continua, y ya muy cerca de la cima, el pequeño elfo resbaló y se dañó las rodillas.
- No puedo seguir hadita, mis piernas están dañadas, estoy agotado y hambriento… ¿No me estarás engañando? – dijo desconfiado.
- Yo estoy aquí, contigo, ¿Si te engañase por qué me expondría yo a los mismos peligros que tú siendo más frágil? Te he visto trabajar mientras tus manos sangraban, y ni un lamento ha salido de tu boca. Te he visto comer unos sorbos de sopa fría y no quejarte por el hambre… ¿No será cobardía lo que tienes? - dijo la hadita enfadada.
Estas observaciones indignaron al niño, tanto que se levantó de inmediato y se puso a caminar mientras sus rodillas sangraban levemente, y cuando ya se encontraban en las puertas del castillo, lo miró de frente, cayéndole lágrimas por la cara, y con la voz entrecortada le dijo a la hadita:
- ¿Me acompañas dentro, por favor? Quizás la cobardía no me deje avanzar, no soy tan valiente cómo pensaba…
- Ya te dije que yo siempre estaría contigo, pero quiero que sepas que yo también tengo miedo, que soy más frágil que tú y que llegado el momento no sé si podré defenderte… pero no te abandonaré, aunque el miedo me invada, aunque mis alas estén ajadas por el viento y la lluvia, y mi polvo de hada esté húmedo e inservible… porque creo en ti, y sé que dentro de tu corazón está todo lo que necesitas… tan sólo búscalo, recuerda cuando lo tenías en la mano.
Entraron de la mano en aquel viejo castillo y la puerta se cerró fuertemente tras de si, inundándolos de oscuridad y frío. Corría una intensa brisa congelada, pero gracias a los pocos destellos que aún emanaban de las alas de la hadita consiguieron llegar a un gran salón iluminado tan sólo por unas míseras velas. De repente, y tras las paredes, se fueron apareciendo un número de fantasmas que les asediaban, los dos juntos lucharon contra cada uno de ellos: la miseria, el desamor, la hipocresía, el dolor, el miedo, la ignorancia, la insensibilidad, el rencor, la ira, el racismo… Tras la lucha estaban absolutamente agotados. La pequeña hada ya ni siquiera podía batir sus hermosas alas, y el pequeño elfo se sentaba sobre sus rodillas sin sentir siquiera el dolor que eso podría producirle.
El silencio era aterrador, lo envolvía todo de una frialdad terrible. Una gran puerta se abrió de repente y, de ella surgió una hermosa figura de mujer, llena de luz, levitando sobre ellos. Esta misteriosa mujer sentó al pequeño elfo sobre una mesa y cogió a la exhausta hadita entre sus manos. Colocó dos cofres frente al elfo y le dijo con voz profunda:
- Te doy a elegir. Uno de los baúles tiene oro y joyas como para mantenerte rico toda la vida, viviendo del lujo y las comodidades, el otro lo mantendré cerrado, sin decirte lo que hay dentro. Puedes escoger el baúl de las joyas o quedarte con el otro… eso si, si eliges el de las joyas, tu hadita se quedara conmigo y será mi esclava, le quitare su magia y sus alas, tendrá que pasarse la eternidad trabando sin descanso.
Abrió el baúl con las joyas y éstas relucieron, iluminando toda la habitación. El elfo levantó la mirada y recordó todos los años de miseria, hambre y frío… después miró la palma de la mano de la espectacular mujer que se erguía ante él, vió a la hadita exhausta, rendida, sin apenas luz.
Si no cogía aquel baúl lleno de riquezas tendría que volver a la miseria de su casa vacía, a trabajar de sol a sol, a su sopa fría… a su soledad  y  marginalidad, a sentirse frustrado, vacío y solo. Sus dedos se fueron aproximando al reluciente baúl, aún cuando sus ojos no dejaban de mirar a su pequeña hadita, y pensaba para si: “total, yo no le pedí ayuda, fue ella quien se empeñó en ayudarme… fue ella quien me trajo hasta aquí, así que ella querría que saliese de mi miseria”. Sus dedos ya rozaban aquellas maravillosas joyas, y se imaginaba a si mismo viviendo en la opulencia, disfrutando de los mayores placeres de la vida, sin tener que romperse las manos a diario para finalmente no tener nada, sin tener que volver a tomar ni una sola vez más esa terrible sopa fría que dañaba su estómago cuando el invierno acechaba su alma… pero al mirar por última vez a la hadita vio cómo una lágrima de ella golpeaba sobre aquel impecable suelo de mármol y el sonido sordo de aquella lágrima le hizo recordar lo que él sintió cuando cayó sobre su hombro, cuando más necesitaba él sentirse querido. Cerró violentamente el baúl de las joyas y exigió:
- Dame ahora mismo a mi hadita, tu tesoro no es comparable a ella, no lo quiero, porque las lágrimas de mi hadita jamás me dejarían vivir…  ¡¡¡Quiero que me la devuelvas ya!!!
Un grito ahogado salió de aquella hermosa dama y todo a su alrededor se volvió impreciso, entre nieblas pudo ver como la bella dama se convertía poco a poco en la bruja que le había robado sus sueños e ilusiones. Una vez el elfo tuvo a la hadita a su lado, ésta volvió a resplandecer como nunca, y sacando un poco de su polvo mágico se lo lanzó a la horripilante bruja que tenían enfrente, haciendo que ésta se convirtiese tan sólo en una neblina que el viento se encargó de difuminar por las ventanas de aquella gran estancia. La luz se encendió, y pudieron ver en todo su esplendor el salón, hermoso y duquesco, en el que habían estado sin saber que hacían allí. Los dos de la mano se dirigieron al baúl que aun estaba vacío.
Era un baúl viejo y roído, pero robusto y encantador. Se abrió solo, de repente y, de él saltó un pequeño elfo, asustando a nuestros dos amiguitos de una manera inesperada.
- Hola amigos, soy Puck, el elfo de la suerte - aquel personaje irradiaba felicidad a raudales por todas partes- Tengo que decirte amiguito que has vencido a la más malvada de las brujas, avaricia, aquella que conseguía que todo el mundo se volviese insensible e inhumano…  y todos los habitantes del bosque queremos darte las gracias por ello … -
La enorme sala empezó a llenarse de hadas, elfos, gnomos, y demás criaturas que habían permanecido ocultas durante décadas por miedo a lo que todos aquellos espíritus malignos pudiesen hacerles. El pequeño elfo, de cuyos ojos volvía a emanar una enorme luz, miró a la pequeña hada.
- Abre el baúl - le dijo ésta agarrando fuertemente su mano.
- Si, lo abriré ahora mismo.
Cuando aquella tapa terminó de abrirse por completo pareció que el baúl estaba vacío, así que el niño se desilusionó inmensamente.
- Mira bien en el fondo - le dijo Puck - vamos, amigo, no tengas medo.
Y así lo hizo. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que en el fondo de aquel baúl se hallaba un espejo, en el cual podía verse en su condición de humano, pero con una enorme sonrisa en la boca. Era el mejor tesoro que podía haber encontrado. Verse arropado por amigos que le apreciaban, el recuperar sus sueños e ilusiones, su fuerza para continuar hacia delante, pero aún había algo que le preocupaba, y le preguntó a la hadita:
- ¿Cómo lo haremos para vivir siendo tan pequeños y frágiles?
- Recuerda siempre que tú jamás has sido ni serás pequeño, sinó que tal vez el mundo es demasiado grande, pero tú formas parte de él y tu sola presencia lo llena de variedad y riqueza… no lo olvides nunca.
La imagen del hada, el gnomo y demás habitantes se fue difuminando en su cabeza y de repente… ¡Despertó! Todo había sido tan sólo un sueño, pensó el muchacho descorazonado, pero al abrir la puerta de su mísera casa encontró el cofre allí, y volviéndolo a abrir descubrió unos documentos que le acreditaban como el dueño del castillo y de sus tierras colindantes. A partir de entonces, se dedicó a labrar aquellas tierras con mucho amor y cariño, las cuales les dieron los suficientes frutos como para vivir dignamente. Allí, crió a sus hijos, y amó como nunca a una mujer que se parecía sorprendentemente a esa pequeña hadita que un día le acompañó en su camino más difícil. Y jamás se olvidó de mirar dentro del baúl, para no perder la sensibilidad que otra gente le arrebató muchos años atrás, para no perder la capacidad de soñar y de ser bondadoso con los demás, a quienes recompensaba más que justamente por su trabajo, a los que además trataba con respeto … Y así paso la vida sabiendo que él no era pequeño, sino que tal vez el mundo era demasiado grande … FIN




Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.