Con tan solo ocho años, ya tenía la sensación de no encajar con cuanto me rodeaba. Siempre fuí una niña llorona y sentida, de a las que se le dañaba con tan solo decirle que no la querías, porque realmente siempre he tenido la sensación de que yo he querido mucho a la gente que me rodeaba, me correspondiesen o no. Dicho esto, os contaré algo a modo de cuento... vale??
Pili era una de esas niñas poco agraciadas, que se escondía de todo y de todos para poder sumergirse en su mundo de sueños y hadas, siempre imaginando como sería la vida si fuera una princesa. Le gustaba estudiar, sobre todo, todo cuanto tenía que ver con la historia o la naturaleza, le apasionaba conocer las costumbres de mundos lejanos, para ella inalcanzables. En una de esas tardes de ensoñamiento, sentada a solas con su libreta y su lapiz en el escalón de entrada a un portal, escucho unos gritos asustada. Los gritos se mezclaban con otras voces amenazantes, hasta que una vez se acabaron los gritos vió, escondida tras el muro del portal, como salían de la esquina tres chavales de unos trece años y una pinta muy sospechosa. Su caracter curioso no podía dejar de pensar en que habría pasado tras aquella esquina, y tras dudarlo unos minutos, decidio ir a mirar.
Según se iba acercando a la esquina, escuchaba sollozos y como alguien tosia, pero a pesar del miedo que le invadia el cuerpo, decidió dar la vuelta a la esquina.
Lo que se encontró le horrorizó. Ante si se encontraba un chico de unos once años, sangrando por la nariz, tirado en el suelo, retorciendose de dolor. La pequeña se acercó temblando, horrorizada y con un miedo atroz.
- ¿Te vas a morir?- le preguntó asustada.
- Ayudame- fué lo unico que acertó a decir aquel pequeño muchacho tumbado en el suelo.
La pequeña Pili se fijo que le faltaban las zapatillas deportivas y recordó haberlas visto en las manos de los tres individuos que habían salido del callejon.
Asustada y llorando timbró en su casa, pidiéndole a su madre que bajase rapido, que un niño se moría, por suerte su madre reaccionó rápido y llamó a una ambulancia, que se llevo al niño de inmediato. Durante tres noches Pili no pudo dormir recordando una y otra vez la imagen de aquel chico sangrando, llorando mientras pensaba en que habría sido de él.
Seis días después, timbraron a la puerta y su madre la llamó para que acudiese a abrirla. Se encontró frente a si al chico que días atrás estaba sangrando en el callejon, tenía la nariz vendada, un ojo morado y un ramo de flores de un parque cercano en la mano... y Pili volvió a llorar, pero esta vez de alivio al saber que aquel chico había salido de aquella, que tan solo le habían pegado para robarle las zapatillas deportivas, y ya desde ese momento, Pili fué consciente de la maldad y ruindad de este mundo, pero sin dejar de pensar que los principes tambien existian. Besos.
Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.
Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.