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30 diciembre, 2011

LA RECREACIÓN INESPERADA (2ª Y ÚLTIMA PARTE)

… note como sus brazos me enlazan con mucha dificultad y enseguida caí en porque…. Le pedí que parase un segundo la música y corriendo subí las escaleras y me puse los zapatos con más tacón que tenía. Cuando volví a su lado y volvió a enlazarme sentí como en ese momento si que la situación era perfecta. Puse mi mejilla contra su hombro y y el latir de su corazón zarandeaba mi cara haciendo que mis propios latidos se hiciesen evidentes tras la camiseta de mi pijama. Acaricié con mis largas uñas su nuca, entrelazando su pelo en ellas.
-Manuel, no quiero enamorarme de ti…- le susurré sabiendo que en realidad no era  en absoluto lo que pensaba.
-Creo que es demasiado tarde para los dos, llevamos demasiados años recordándonos, esperándonos, deseándonos… y eso debe ser lo que llaman amor ¿no?
Nuestros cuerpos se movían ligeramente y sus manos acariciaban mi espalda. Lentamente nuestras caras fueron deslizándose al unísono y lamimos nuestros  labios con gusto, mirándonos a los ojos. Nuestras manos cayeron a plomo enlazando las del otro. Un intenso calor recorría cada uno de mis sentidos. Aún no podía creerme que él, en la distancia, hubiese estado pensado en lo mismo que yo durante tantos años. Sigilosamente fuimos quitándonos la ropa el uno al otro, salía vapor de nuestra piel, pero el intenso frío no entorpecía cada aliento que nos regalábamos.  Sus estallidos de placer inundaban mis oídos, mientras me susurraba que jamás volvería a perderme de vista y yo a él le gemía que jamás deberíamos habernos perdido de vista. Su afeitado perfecto dibujaba entre las luces y sombras del salón una mandíbula perfectamente perfilada, unos carnosos labios. Las cinco de la mañana, y las mantas cubriéndonos el cuerpo en mitad del estrecho sofá.
-Vete antes de que se levante mi pequeña- le dije sabiendo que lo que más deseaba en aquel momento es que no se fuese jamás.
-Bien, pero no podré estar mucho sin verte, ya no me llega con tu recuerdo…
Le observé mientras se vestía, sus movimientos sutiles, su piel de porcelana, su elegancia… era un absoluto placer que colmaba esa parte voayeur que hay en mi. Besándome largamente le vi alejarse… Deseando ya desde el instante en que arrancó su coche que su vuelta fuese inminente, rápida y apasionada. Descubrí entonces que llevaba horas con una inmensa sonrisa en la boca… la que me provocaba cada una de sus miradas.
Fin.
Besos¡¡ 

29 diciembre, 2011

LA RECREACIÓN INESPERADA

Día de nochebuena. Mi pequeña y yo ante una mesa que aunque escasa a nosotras se nos antoja maravillosa. La cena ha terminado y estamos en el sofá, abrazadas. Son más de las once y media, y el frío ya empieza a congelar las tuberías. El timbre suena sobresaltándonos, seguro que es algún vecino que necesita cualquier cosa. Le pido a mi hija que mire quien es desde la pequeña ventana lateral de la puerta.
-¡Mamá es un chico muy alto!- está emocionada.
Mi corazón se detiene un segundo, pero rápido vuelvo a pensar que será uno de esos vecinos que no conozco. Me acerco a la misma ventana y le veo. Enciendo la luz de la entrada y le pido a mi hija que entre, el frío es demasiado intenso. Su elegante figura, con las manos en los bolsillos y ese aire despreocupado que siempre parece tener, vuelve a sacarme una sonrisa. Le pido que pase. Cuando traspasa el umbral de mi puerta huelo su colonia, la que nunca ha dejado e usar, cacharel clasica. Una vez cierro la puerta, se agacha y roza mi helada mejilla con sus labios. Mi niña esta histérica en el comedor, se siente fascinada por aquel especie de gigante, a sus ojos claro, que acaba de invadir nuestro salón. Hago las presentaciones y el se pone en cuchillas abriendo los brazos, mi pequeña apenas sabe lo que hacer, hace demasiado tiempo que un hombre no permite un abrazo suyo. Se dan unos besos y los ojos de mi pequeña brillan.
-Mamá mira que alta estoy- grita ella entusiasmada, sin saber que esa altura se la proporciona el metro noventa y seis de quien la sostiene.
Finalmente nos sentamos todos, no quiero preguntarle nada, no delante de mi hija, así que nos dedicamos a mirarnos mientras vemos una película de dibujos en la tele. Nuestras miradas desean que pronto mi pequeña caiga rendida por el cansancio pero las horas pasan y eso parece no suceder. Tras unos juegos entre los dos, convenzo a mi pequeña de que es hora de irse a la cama. Son las dos de la mañana. Las luces del árbol se quedan pequeñas al lado de la luz que trasmiten sus ojos azul añil.
Tras asegurarme de que mi niña duerme vuelvo al salón donde la luz principal a sido apagada y tan solo se ve iluminada por las luces del árbol y su presencia, que vuelve a hacer que mi estómago se llene de pequeñas hormigas revoloteando. Ya se ha sentado en el sillón principal, me siento a su lado.
-¿Qué haces aquí una noche como esta?- le pregunto mientras mi voz sigue temblando cada vez que recuerdo nuestro último encuentro.
-Creo que nos debemos algo mutuamente, y ya es hora de que nos lo dediquemos.  
Conociéndolo sabía que podía ser cualquier cosa, pero por mucho que hubiese querido pensar jamás pensé que humanidad y sensibilidad llegase hasta extremos que me sorprendiesen. Saco de su bolsillo un pendrive, colocándolo en la rañura de mi tdt. Estaba totalmente desconcertada por su actitud, pero mi cara lucia una sonrisa constante. El extendió su gran brazo y me ofreció su mano, la agarre suavemente. Estábamos frente a frente, mi cara apenas llegaba a su pecho, y entonces supe lo que estaba pasando. Quince años atrás en esa misma situación, en la que por primera vez pude acariciar con gran esfuerzo su nuca, interrumpieron nuestro baile los cinco acompañantes que me habían puesto para que nadie me molestase. Pero en aquella ocasión era fin de año, yo había salido muy bien acompañada por los chicos de la pandilla, todos increíblemente altos y amables, me cuidaron como una reina. Él esa noche trabajaba en el pub del que era encargado, y allí es donde decidimos acabar la noche la pandilla. Cuando ya no quedaba nadie, él puso una última canción y extendiéndome la mano como en este momento, me había invitado a bailar, pero mis “guardianes” habían aparecido interrumpiendo ese momento. Cuando le dio al play y los primeros compases de Santana empezaron a sonar, me parecía increíble que incluso recordase la canción. Noté como poco a poco mi salón se trasformaba en aquella lejana pista de baile, volví a verme con mi vestido de satén negro y mi pelo perfectamente alisado… y a él con su traje informal gris perla. Agachó su cabeza hasta mi hombro y besándomelo levemente me susurró con su profunda voz: “Tu piel es aun más suave que el precioso vestido que llevas esta noche” y en ese mismo instante supe que iba a realizar una perfecta recreación de todo cuanto sucedió aquella noche, quince años atrás, incluso las mismas frases, los mismos movimientos… pero esta vez nadie nos interrumpiría, y así no quedaría inacabada. Ese era el regalo más maravilloso que podía recibir, pues me demostraba, que al igual que yo no había podido olvidarla. Pero aun quedaban más sorpresas aquella noche…. 

28 diciembre, 2011

SENTIMIENTOS

Hoy he decidido hacer esta nota, para intentar hacerme un bien a mi misma, y dejar ya de llorar por lo que creí que era y en el fondo nunca fué.
Empezaré diciendo que JAMÁS me arrepentiré de haber amado con toda mi alma al que siempre pensé que era el amor de mi vida. Y nunca me arrepentiré  porque le entregué hasta la última gota de mi corazón mientras él no se daba ni cuenta de que a veces las palabras hacen que se vaya desangrando. Quizás sea una de esas estúpidas personas que siempre han creido que el amor era más fuerte que todo, que si amaba con el corazón sería correspondida del mismo modo, sin que nada lograse romper esa union de sentimientos puros. 
Si echo la vista atrás, creo que ningún sentimiento puede ni debe ser cuantificado, si me ofreciesen mil millones por la muerte de mi madre, los rechazaría sin pensarlo un segundo. Pero la muerte llegó a su puerta y me enseñó que la vida era muy corta  y que por eso debía amar sin mesura a quien mi corazón me indicase. 
Y si, lo hice, con cada puto poro de mi piel, con cada pensamiento, y cada centrimetro de mi cuerpo y mi alma. Jamás me arrepentiré de haber soñado con que envejeciamos juntos, con los miles de relatos que le escribí, de cartas de amor, de palabras que salían directamente de mi corazón... Llegado el momento hubiese dado mi vida por él, porque ese tipo de amor solo sabe hasta donde llega quien lo siente. Llegué a hacer cosas que jamás pensé hacer, soñé con cosas que jamás me había propuesto volver ha hacer en mi vida... tres años dan para mucho amor, en una persona como yo, tres años llevan a una entrega total. 
Cuando ese amor, el que siempre defendí por encima de todas las cosas, se volvió cuantificable supe que quizás no todo el mundo tenía el mismo sentido del amor que yo. Pero me considero absolutamente afortunada de ser asi, de que no sea capaz de cuantificar una cosa tan importante como el amor. He llorado tanto, que  me he llegado a quedar sin lágrimas.. y sigo llorando, de la pena que me da ver que esa persona jamás fué consciente de cuanto llegué a amarlo. Hoy, tres meses después, sé que cada buen recuerdo llena los malos, que siempre hice lo que me dictaba el corazón... y de que a pesar de todo, nunca me arrepentiré. Seguiré siendo así, dándome al cien por cien cuando crea en alguien ciegamente, tal y como creí en él. Ojalá se hubiese dado cuenta. Hoy me he dado cuenta, de que necesitaba alzar la voz y decirlo, porque  mi sufrimiento, a pesar de todo... valió la pena y jamás me arrepentiré de ello. Soy asi, y espero seguir siendolo por mucho tiempo, pues el corazón es lo que nos distingue a unos de otros. Besos.

20 diciembre, 2011

CARTA A MARÍA, EN CONTESTACIÓN A LA SUYA

Tal y como dije ayer, voy a contestar a la carta de María, por que se merece una respuesta y porque me da la gana, ya estoy un pelin cansada de unas cuantas cosas en las que parece que nadie repara… entre ellas, que el mismo maltrato al que somos sometidas las personas adultas lo viven los niños, que a mi manera de ver, finalmente son los más perjudicados, ya que no tienen manera de defenderse.

Pequeña Maria:

Siento en el alma que hayas tenido que ver semejante espectáculo, y realmente no sabría como consolarte en estos momentos. Tan solo intentaré, aunque no se si lo conseguiré, explicarte lo que a veces se da en el mundo de los adultos.
Ante todo, me gustaría que pensases que hay hombres buenos en el mundo, y mujeres no tan buenas, porque la violencia no es cuestión de sexo, sino de malicia. También es verdad que los que suelen agredir más a menudo son los hombres, porque así se creen más importantes, cuando lo que hacen es que el príncipe descuento se vuelva Sapo. Estoy segura de que pronto tu mamá recibirá el suficiente coraje con para denunciar a esa especie de monstruo del armario que vive con vosotras, y te aseguro que en cuanto se haya ido, en vuestra casa ya no habrá más gritos ni insultos, nadie pegará a nadie.. eso si, posiblemente tendrás que echarle una mano a mamá, porque seguramente aún llora durante una larga temporada, porque ese tipo de cosas nos pasan a las mujeres que amamos con toda el alma. Mi pequeña, jamás dejes que una sola persona te haga creer que el mundo es así, porque no lo es. Normalmente esta lleno de gente maravillosa, que aprecia el amor que sentimos por ellos, por eso siempre debes de amar de manera pura y dándole tu corazón a la gente que te quiere sin pararte antes a pensar en otras cosas. Hay gente, la menos por cierto, que se sienten más poderosos e importante cuando maltratan a alguien, aunque la única verdad es que son unos pobres cobardes miserables que no tiene narices de darle la cara a la vida, y por eso necesitan pegar… porque no tiene nada más que valga la pena. Pero si cuando seas mayor te enamoras por desgracia de una persona así, nunca te arrepientas, pues a ti siempre te quedará la satisfacción de haberle amado y a el mucha mierda en la conciencia. Por último recordarte que eres una niña, que jamás un niño/a debería de pasar por eso, y que el castigo para quien se lo hiciese pasar sería que Dios le cortase las manos para que nunca más pudiese hacerlo. Así que, creo que lo que tu mamá necesita en estos momentos son tus besos y abrazos, ese será su mejor regalo, pues seguro que la persona que le pega nunca a sabido darle nada de eso, ya que a esa gente tan solo le interesa el poder, el dinero y mil cosas superfluas con las que llenar sus patéticas vidas vacías… Recuerda siempre que cuando tu madre te abrace, será con un amor profundo, de esos que no tienen precio y que con un poco de suerte pronto estaréis solas y la casa volverá a llenarse de risas y juegos, sin necesidad de nada más, pues a quien le falta algo siempre es al monstruo... el corazón.
Nunca dejes de soñar, pequeña, y talvez tus sueños acaben haciéndose realidad, porque tu eres la princesa y él, el troll... y los malos siempre acaban perdiendo.
Besos.

13 diciembre, 2011

La canción silenciosa EL FINAL

(..) Mientras el ruido de la moto aún se escuchaba levemente, Ana iba su habitación ha ponerse el pijama, sin dejar de pensar en todo cuanto había sucedido aquella alargada tarde. Dos portales más allá, Lorena aun estaba estupefacta de la valiente reacción del que ya oficialmente era su novio.
Los chicos llegaron a una cafetería cuatro manzanas más lejos, y se sentaron en una mesa. Javier estaba como perdido, no hablaba, y no dejaba de mover el cuello hacia los lados.
-¿Qué ha pasado?- Le preguntó Marcos-¿Tan mal ha ido?
-Al revés tío, no se que me pasa con esa chica…
-Pues que te gusta con locura. ¿Eso no es tan raro sabes? ¿Que pasa que nunca te habías enamorado de nadie?
-Pues no, la verdad es que ella es diferente a todas las demás. Es como si sus ojos me volviesen tonto, no dejo de pensar en ella.
-¿Y ella que piensa?- Le preguntó Marcos deseando que la respuesta fuese buena.
-Creo que piensa lo mismo que yo. Hace unos días me parecía la tía más borde del insti, y ahora no puedo olvidarme de ella. Me estoy volviendo loco, tío.
Marcos rió  con ganas, nunca había visto así a Javier y le parecía increíble que un tipo tan seguro de si mismo como el tuviese las manos temblorosas por una chica. La conversación siguió en tono bajo y lento, como una confidencia. Sonó un mensaje en el móvil de Marcos: “Me haces muy feliz”. El sonrió y le contestó rápidamente con un simple “Idem”.
El día siguiente era día de instituto e irremediablemente allí se encontrarían los cuatro.
Tras una larga charla de confesiones intimas entre los dos muchachos, se fueron a dormir.
Cuando el sol empezaba a salir las chicas estaban más nerviosas de lo normal, pero ellos tampoco estaban lo que se dice tranquilos.
-Mamá- le dijo Ana a su madre- estoy saliendo con Javier,  creo.
Tan solo una taza de caco caliente las separaba.
-Bien, hija. Se nota que ese chico te gusta mucho, espero conocerlo pronto.
El telefonillo de la puerta sonó, Lorena ya la esperaba abajo. Las amigas se dieron la mano de camino al instituto. Ana no dejaba de temblar. En la puerta ya estaba Marcos, con las carpetas en la mano. Recibió con un beso a su novia y dos a su amiga. Faltaban apenas cinco minutos para que sonase el timbre de entrada y aunque ninguno de ellos decía nada, todos temían que Javier finalmente se hubiese “rajado” y no acudiese a clase. El bullicio de los adolescentes pasando al centro iban desolando el alma de Ana que llegó incluso a pensar que tal vez tan solo había sido una más de su lista larga de conquistas. Se dio la vuelta para entrar definitivamente al centro, sus amigos iban un poco más adelantados. El sonido del claxon de una moto la paralizó. Se dio la vuelta lentamente. Si, él estaba allí, con el casco en la mano, ya aparcado. Bajándose de la moto se acercó a ella lentamente y suavemente, cogiéndola por la cintura. Pareció que todo el instituto les observaba durante su apasionado beso. Pero mirándose a los ojos ellos mismo se dieron cuenta de que aunque tenían una edad difícil, les unía algo que tan solo se siente una vez en la vida.
La otra pareja sonrió en la distancia, avisándoles de que llegarían tarde a la clase. Los cuatro se encaminaron hacia ella, y a pesar de no saber que les depararía el futuro, decidieron vivir aquella aventura como la única de sus vidas, con la certeza de que jamás la olvidarían.

                                                 FIN 


Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento o un relato personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.

08 diciembre, 2011

La canción silenciosa 7ª y penúltima parte

(…) Mientras Ana y Javier, acariciaban mutuamente sus lenguas en el parque, Lorena y Marcos ya se dado cuenta de su ausencia y habían terminado su partida de billar. Se sentaron en la misma mesa que habían estado antes. Sus manos seguían enlazadas, y su conversación era suave y dulce.
-¿Solo soy una más para ti?- Le preguntó Lorena.
-¿Cómo?- Se sorprendió el pobre Marcos- Yo no soy de esos y tú tampoco eres de esas. Creía que oficialmente ya podíamos darnos a conocer como pareja… o quizás tú no estés preparada.
La chica notó como sus mejillas volvían a teñirse de fuego ante la sincera y limpia mirada de aquel muchacho que luchaba contra sus propios miedos al decir esas palabras. Quizás ya lo habían rechazado demasiadas veces. El silencio se hizo incómodo, pero necesario.
-Claro que podemos darlo a conocer, en el fondo eres mi novio ¿No?
Tras respirar profundamente, Marcos respondió con una temblorosa voz.
-Es justo lo que yo quería decir… pero me ha encantado escuchar como lo decías tú.
Se besaron por primera vez en público, lentamente, saboreándolo… hasta que una inmensa mano golpeó el hombro de Marcos.
-He, tú… pringao, ¿Dónde está Javier?
-No lo se, se ha largado.
-¿Ahora te has echado novia o es para ver si mojas de una vez…?- se oyeron las risotadas de aquellos orangutanes en toda la sala, Lorena empezó a sentirse realmente incómoda, no  sabía como reaccionaria ante aquella situación una persona como Marcos, tan sereno, tan tímido y callado.
-Que pasa- respondió- ¿Que esta mañana te has contado los músculos y te faltaba alguno? Mira a ver si es el del cerebro… porque el de tu entrepierna hace tiempo que dejo de respirar, gilipollas.
La cara de imbécil que se le quedo al otro tipo no tenía precio. El recién estrenado novio de Lorena se vio agarrado fuertemente por las solapas. Pero no bajaba la mirada. La chica empezó a sentir verdaderamente miedo ante la idea de que le pegasen, sintiendo que parecía que nadie acudía a ayudarlos. Los demás orangutanes le recordaron al envalentonado que si aparecía Javier las cosas podían ponerse feas, y este soltó de inmediato las solapas del chico. La pareja decidió irse de allí, además ya se estaba haciendo de noche. Fueron paseando hasta el portal de ella y desde allí vieron como sus amigos estaban en la puerta de entrada al portal de ella, besándose apasionadamente. Los cuatro cruzaron sus miradas, sonriendo.
-Espera que te llevo a casa en moto, Marcos- Le gritó Javier.
A las chicas les sonó a una mala excusa para poder ir a tomarse algo y hablar. Se despidieron con un beso y las chicas entraron en sus respectivos portales. En menos de cinco minutos ya estaban al teléfono, contándose lo sucedido. El ruido lejano de la moto de Javier confirmaba sus sospechas, se habían ido a hablar y no a casa. Aquella noche las estrellas brillaron mas que nunca y cada uno de ellos mantenía el sabor de la saliva del otro en su boca.

Besos ¡¡¡ 


Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento o un relato personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.