Podéis seguirme en Twitter¡¡

21 noviembre, 2011

UNA NAVIDAD DE PERROS

HE ESCRITO ESTE CUENTO A PETICIÓN ESPECIAL DE RAQUEL Y LOLY LAS ADMINISTRADORAS DE  http://cursospeluqueriacanina.over-blog.es/ , OS RECOMIENDO EL BLOG ANTE CUALQUIER DUDA EN EL CUIDADO DE VUESTROS PERROS, OS SERÁ DE GRAN AYUDA. ESPERO QUE OS GUSTE. BESOS¡¡ 


http://cursospeluqueriacanina.over-blog.es/

Hola a todos/as, antes de contaros mi historia, me gustaría hablaros un poco de mis orígenes. Siempre he estado orgulloso de ellos y seria injusto no hacerlo, quizás así de paso también entenderéis mejor todo cuanto aconteció en mi vida va ha hacer ahora un par de meses.
Nací en el seno de una familia donde la lealtad y el honor eran una marca de nacimiento. Mis bisabuelos habían servido en las mejores casas de la ciudad hasta su misma muerte. Su trabajo incansable y su innegable casta les habían valido tanto a ellos como a mis propios padres una reputación más que merecida. Siempre habían sabido comportarse en todo tipo de situaciones, siendo luchadores y fieles en las más peligrosas y cariñosos y protectores cuando así se les requería. Si, esa es mi familia y estoy orgulloso de ella. Estas cualidades han persistido durante generaciones, incluso considero que yo mismo las tengo, quizás suene un poco osado, pero no creo que sea el momento de ser modesto.
Bien, ya basta de hablar de mi familia. Me llamo Boris, tengo tres años y medio, y puedo decir con orgullo que soy un boxer pura raza. Mi pelo es negro como el azabache, así por alguna razón que siempre les he parecido atractivo a las féminas. Cuando nací, la dueña de mi madre, mujer cariñosa y generosa, decidió que yo me fuese con su hija, que había tomado la más que discutible decisión de irse a vivir con su novio, un tal José que tenía más cara de perro que yo mismo. Igualmente la decisión no me molestó en absoluto, porque quería a Patricia con toda mi alma, y ser su compañero de piso me enorgullecía. Los primeros meses fueron más o menos bien, hasta que él empezó a tener la mala costumbre de gritar y darme patadas cuando lo hacía. Estuve a punto de perder los estribos varias veces, pero nunca quise perder las formas. Ví llorar muchas noches a mi amita, en soledad, cuando tan solo yo y ella estábamos en aquel frío salón, en silencio. A pesar de saber que tenía una amarga tristeza en su corazón jamás dejó de acariciarme y yo de lamerla, para que  nunca se sintiese sola. Una de aquellas noches en las que él venia borracho de alcohol y violencia, vi como la golpeaba con fuerza y sin pensármelo dos veces me lancé a su cuello. El tipejo logro zafarse de mí y seguir golpeándola mientras estaba en el suelo. . Entonces mordí con todas mis fuerzas su pierna, desgarrándosela. Y él, con la misma navaja con la que hería a mi pequeña ama, me hirió en la pata derecha. La policía no tardo en llegar, yo estaba furioso, aquel loco había hecho mucho daño a mi querida Patricia. Tan solo recuerdo despertarme en una celda para animales, creo que las llaman jaulas para disimular. Escuché a dos tipos hablando sobre mí:
-Este animal es de raza peligrosa y es violento, habrá que sacrificarlo.
¿Qué yo era que? ¿Violento y peligroso? Y, entonces ¿como era el tipo que quería matar a mi joven amita? ¿No era él un animal violento y peligroso? ¿A él también lo sacrificarían? No entendía nada, por intentar defender a mi querida Patricia me calificaban de violento y peligroso, y debía ser sacrificado. ¿Qué se esperaba de mí?
Pasé toda la noche en aquella celda, pensando en como estaría mi querida niña. El guarda de noche tenía puesta la radio y de esa manera fue como me enteré de su muerte a manos de aquel salvaje. ¿Quién era el animal ahora? la tristeza que se apoderó de mi me hacía gemir en silencio, con el corazón roto. Por la mañana a primera hora, un tipo con cara de pocos escrúpulos se acercó a mi celda y me dijo: “Chaval te queda muy poco”. Yo seguía buscando una salida a aquella situación, y mientras la buscaba ella llegó a mi. El tontarrón que se creía muy listo dejó un momento mi celda abierta mientras iba a atender la puerta. Era mi única oportunidad, así que salí de allí como un rayo y escapé por una ventana abierta. Notar de nuevo el aire en mi cara me daba fuerzas para correr como si fuese un gamo. Al poco rato ya estaba muy lejos de allí, pero la tristeza seguía inundándome por momentos. Finalmente no pude salvarla, por muchos intentos que hice.Quizás debí desgarrarle  la yugular a aquel tipo. Anduve sin rumbo durante horas, total no tenía rumbo fijo ni me conocía aquella parte de la ciudad. Empezó a anochecer lentamente y el frío cada vez era más intenso. De repente, al pasar delante de un callejón estrecho muy oscuro escuché unas voces caninas que salían de él. Decidí acercarme a ellos y preguntarles donde estaba. Mi lengua ya pedía a gritos un poco de agua. Cuando me acerqué más ellos pude ver que eran cuatro: Un mastín napolitano con cara de pocos amigos llamado Chester, Un Setter inglés muy elegante llamado Sutton,  Un Sharpei de cara indefinible pero sin duda bondadosa llamado Luca y un Shnauzer llamado Jagguer. Todos ellos me acogieron con gran simpatía.
-Pasa amigo, - me dijo con voz profunda e intensa Chester- pronto llegará la cena, en cuanto cierren ese restaurante de ahí delante. Entonces podrás mover el bigote.
Me relaje y tumbé, estaba demasiado cansado como para mantener una conversación racional y así se lo expliqué, quedaron en avisarme cuando la cena ya hubiese salido. Cabeceé un rato mientras ellos continuaban contándose sus batallitas. Me había fijado que todos ellos llevaban marcas de peleas o quizás hubiesen sido provocadas en muchos casos por esos otros animales llamados personas. Al poco un delicioso olor llegó hasta mi hocico, tenía un hambre canina, nunca mejor dicho. Escuché como un cartón se movía tras de mí y me puse en guardia.
-No te preocupes amigo, es Duquesa, la dama del grupo.- Me dijo el elegante Sutton.
Me acerque lentamente y metí el hocico poco a poco entre aquellos cartones hasta que logré ver ante mis los ojos más hermosos que jamás había visto. Apenas de que tan solo podía verla a través de los rayos de la luna pude distinguir perfectamente que se trataba de una preciosa Cocker-Spaniel raza pequeña de un color dorado que me deslumbraba. Tapó sus ojos con sus largas y preciosas orejas, aun no se si por timidez o por miedo. Me presenté. Fui hasta el “Comedor comunitario” que nos prestaban los amables camareros de aquel restaurante y le acerqué las sobras de un filete ruso y algo de pasta.
Ya era veinte de Diciembre y a pesar de haber pasado casi un mes desde la muerte de mi ama, no podía alejarme de la pena que me causaba su ausencia. Aquella noche, con pequeños copos de nieve empezando a  caer, Duquesa se acercó a mí por primera vez  y me contó con la voz más dulce que jamás había escuchado su historia. Simplemente una caprichosa niña se cansó de ella y la dejaron abandonada en la autopista. Veía como el sueño la vencía y una vez dormida le puse un cartón encima arrastrándolo con mis dientes y acaricié su morro con el mío. Aquella noche, bajo la nieve, decidí salir a dar un paseo. En apenas dos manzanas de allí encontré a un anciano bien vestido tumbado, y ladré con todas mis fuerzas, colocándome sobre él para darle calor. Asistí asombrado altrasiego de  gente sin inmutarse y me sentí afortunado por ser perro. Finalmente una chica llamó a los servicios de emergencias y ellos, creyendo que era mi dueño, me llevaron en la ambulancia con él. Al rato de estar en el hospital, un hombre de unos cuarenta años se acercó a mí con lágrimas en los ojos:
-Así que tu eres el héroe que ha salvado a mi padre ¿He? Eres todo un valiente amigo, espérame aquí y ahora vendré por ti.
Cumplió su palabra y mientras me subía a su coche me explicó que a su padre le había dado un infarto pero que gracias a mí todo se había quedado en un susto. No dejaba de acariciarme con sus suaves manos. De camino a donde quiera que fuésemos nos fuimos acercando al callejón donde estaban mis amigos.Ladré con todas mis fuerzas, arrañando los cristales del coche. Él paró en seco, y se dejó guiar por mí mientras tiraba de su gabardina. Cuando llegamos junto a mis amigos y a mi preciosa Duquesa, lo entendió enseguida. Con una generosidad desconocida nos metió a todos en el coche y proseguimos camino. Paro el coche en una enorme casa, y nos hizo bajar a todos. Como a Duquesa le costaba, la cogió en brazos, donde duró poco ya que una pequeña niña de unos ocho años se la arrebató en cuanto pudo. Nos puso a todos de comer y pasamos la noche al amparo de la chimenea. Al día siguiente nos enteramos de que era veterinario, y que se llevaría a mis amigos a su clínica para curarlos y asegurarse que terminaban en buenas manos. Cuando vio la tristeza en la mirada de Duquesa y en la mía propia, fue como si de verdad se comunicase conmigo, duquesa y yo nos quedaríamos allí con él. Esta navidad es para mi una de esas en que no podría pedir nada mejor, humanos que se comportan como tal, y la mejor compañía canina que podía desear, mi Duquesa.

Besos¡¡


5 comentarios:

  1. Hay en ocasiones ke me hizo hasta gracias! Pero es precioso cielo^^

    ResponderEliminar
  2. Aunque no lo creas se me ha hecho muy difícil ponerme en la piel de un perro... ha sido muy curioso ... me dan ganas de llorar cada vez que lo leo .. jejej GRACIAS ¡¡¡

    ResponderEliminar
  3. madre mia me ha salido un lagrimazo yo adopté un perrico abandonado que triste es todo eso

    ResponderEliminar
  4. Ay por dios, no puedo dejar de llorar. Qué preciosidad de relato...Qué llantina, por favor...Y qué real, ese pobre bicho protegiendo a su ama y encima es el malo, si es que es la hostia...

    ResponderEliminar
  5. Me emociona muchísimo ver que os ha gustado tanto.. la verdad es que me costó mucho hacerlo, a mi también me dolía ponerme en la piel de ese perro... pero si el resultado os ha gustado .. mis propias lágrimas han valido sin duda la pena.. Muchas gracias mis haditas ¡¡¡¡

    ResponderEliminar