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07 noviembre, 2011

LA CANCIÓN SILENCIOSA


    Era el último curso de instituto y las hormonas ya estaban muy aceleradas entre los miles de alumnos allí congregados. Tan solo había pasado un mes desde que se iniciase el curso, pero todos ellos se conocían ya bastante de años anteriores.
    Ana y Lorena, habían compartido todos los cursos de su vida estudiantil, eran uña y carne desde primero de primaria. Era curioso ver como dos chicas tan diferentes podían compenetrarse tan bien. Ana era atrevida, provocativa y extremadamente sociable. Por su parte, Lorena era una pequeña chica llena de complejos inventados que la atormentaban a cada paso, los cuales trataba de cubrir bajo ropa ancha y pelo siempre suelto sobre su cara. Las dos eran buenas estudiantes.
    Como todos los años, también en éste, se encontraban en la misma clase que Javier y Marcos. El primero todo chispa, el más popular del instituto, guapo y arrogante. El segundo extremadamente tímido y correcto, con esa media sonrisa que escondía su mirada.
     En una de esas mañanas horrorosas de instituto donde parece que todo debe salir mal, a Lorena no le dejaron acceder a una clase por llegar un minuto tarde, así que salio al patio y se sentó en un banco. Ella aun no era consciente de que Marcos se había retrasado aposta para poder observarla a solas.
Pasaron un mes mas entre miradas furtivas y escapadas de timidez, hasta que sus mejores amigos se dieron cuenta de la situación, y a pesar de ser “enemigos naturales”, decidieron “mediar” en dicha situación.
      Una tarde Ana y Javier decidieron quedar a solas, para halar del tema. Durante el trayecto ella no podía dejar de pensar en aquel chulo que creía que podía avasallar a cualquiera porque era “mono” y a él no se le salía de la cabeza que había quedado con una pija estúpida que lloraría si se le rompía una uña. Cuando llegaron al sitio acordado ninguno de los dos dijo absolutamente nada de lo que pensaba y tan solo se limitaron a cuajar el plan que haría que sus amigos pudiesen dirigirse al menos unas palabras. Finalmente decidieron que el sábado seria el día ideal, y planearon cada paso minuciosamente. 
     Cuando el sábado llegó, entre Ana y Javier ya se habían cruzado más de veinte mensajes de móvil, y todo estaba minuciosamente preparado. Cada uno de ellos por separado quedó con su amigo en una zona concreta del parque, en teoría para salir a tomar algo. A la hora precisa, Ana y Javier tomaron posición en una zona que le daba una amplia panorámica de la zona del encuentro manteniéndoles a ellos escondidos. Ana estaba ilusionada, y Javier extrañamente nervioso.
      El primero en aparecer fue Marcos, con las manos en los bolsillos, recién afeitado y perfectamente peinado. Se sentó en un banco bajo un árbol. Miraba constantemente hacia los lados tímidamente, esperando la llegada de su amigo Javier. Lorena se retrasaba, incluso se llegaron a temer que no apareciese, que se lo hubiese pensado mejor en el ultimo momento. Pero casi quince minutos más tarde allí estaba, con una falda y unos pequeños tacones, tal y como le había sugerido su amiga. Se sentó en un banco cercano al de Marcos, en silencio, cruzándose de vez en cuando miradas leves. Ana y Javier pensaron que aquello no iba bien, Marcos empezaba a frotarse las manos, a levantarse y sentarse continuamente y Lorena estaba como paralizada. Finalmente y tartamudeando, Marcos le preguntó a Lorena si tenía frío, ofreciéndole su chaqueta. La brisa que se había levantado era bastante fría. Se sentó a su lado. Ana y Javier respiraron, y sin darse cuenta rozaron sus manos.
       Cuando Ana ya llevaba en casa más de dos horas le llegó un mensaje al móvil: “¿Sabes? Esta noche he oído música sin escuchar un solo sonido”.
       Ana sonrió y recordó que ella misma que durante un instante también escuchó esa música…      

4 comentarios:

  1. Gracias cariño, eres un cielo y lo sabes.. en un par de días me pongo al día en tu blog y participo sin falta en tu concurso. Tkmmmmmm aunque eso ya lo sabes. Muackssssssssssssss

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  2. Esta primera parte está intrigante... poco a poco iré leyendo las otras, me has dejado con ganas de más. Un abrazo

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  3. Muchas gracias Maria Elena, te pido que te leas un relato llamado "La sonrisa robada", me encantaría tener tu opinión. Gracias y muchos beso ¡¡¡

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