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30 noviembre, 2011

EL DULCE SABOR DEL AZÚCAR

AVISO: SOLO MAYORES DE 18 AÑOS. GRACIAS .¡¡¡ ESTA NOTA LA HAGO ESPECIALMENTE PARA RAQUEL, GRACE Y ANTONIO... QUE ME "INVITARON" A HACERLA ... ESPERO QUE OS GUSTE MUCHO A TODOS/AS.. YA ME CONTARÉIS ¡¡ 

Nunca había podido olvidarme de él, de su intensa mirada azul y su provocativo cuerpo. Cuando su metro noventa y seis volvió a plantarse ante mi, volví  a sentir ese deseo irremediable que siempre me inundaba en nuestros recuerdos conjuntos pasados. A pesar de haber pasado más de diez años, el seguía tan interesante y sexy como siempre. Estábamos allí, entre medio de más gente, que nos hablaba, que llamaban nuestra atención, pero nuestros ojos de dejaban de buscarse. Hacía mucho tiempo que no escuchaba tantas y tan sanas risotadas a mi alrededor, incluyendo las mías propias. Mi cuerpo luchaba contra mis irremediables ganas de verlo desnudo, imaginándomelo de nuevo entre las aguas del riachuelo en el que por tan solo las caricias de sus grandes y suaves manos en mi espalda, había sentido mi primer orgasmo.
Me escapé un segundo al garaje, la humedad que sentía entre mis piernas era terriblemente turbadora. En apenas unos minutos su inmensa figura estaba frente a mi, y su mirada iluminaba toda la estancia. Sus cuidados músculos, hacían que mi vagina no dejase de contraerse sola, una y mil veces. Vino hasta mi en silencio, las palabras entre nosotros sobraban, y me subió a la lavadora.
Empezamos a mordernos los labios ansiosamente, y mientras mis pezones eran aprisionados bajos sus manos las mías recorrían su espalda lisa y suave, tan perfecta como la recordaba. Notaba su excitación a través de sus pantalones, y aún me hacía perder el control rápidamente, mientras observaba morbosa como él mismo no podía controlarse. Una voz me llamaba desde lejos, respondí a duras penas, intentando disimular mi acelerada respiración. Debíamos volver al salón antes de que se diesen cuenta de nuestra sospechosa ausencia.
-¿Sabes cuantos años llevo deseando volver a morder tus labios?- me susurró desafiante.
-Los mismos que yo llevo esperando que inundes mi cama- le contesté.
Siempre habíamos sabido como tentarnos, y era algo que nos encantaba. Salí del garaje temiendo que la inundación de flujo que tenía llegase a mojar mis pantalones, pero confiaba en que el jersey que llevaba puesto podría disimularlo. Llegué al salón con las bebidas y sus risas volvieron a llenarme de felicidad. El llegó tardó más en llegar, lo suyo era más difícil de disimular. El tiempo iba pasando y la madrugada nos engullía sin compasión, el cansancio se empezaba a dejar notar. Entonces el se recostó sobre mi, que estaba tapada con una manta y mientras la conversación y los viejos recuerdos seguían llenando la estancia, noté como deslizaba una de sus manos bajo la manta ye intentaba acariciarme el clítoris. Con disimulos entreabrí mis piernas, fijándome pícaramente en que nadie se había percatado de lo debajo de aquella manta estaba sucediendo. Al poco supe que tenía que controlar mi respiración o acabaría gimiendo. Todos achacaron mi actitud “distraída” al cansancio, y decidieron irme. Manuel parecía haberse quedado dormido en el sofá. Cuando todos se hubieron ido, el ya estaba de pie, los dos sabíamos como “despejar el ambiente”. Le quite inmediatamente la ropa, su cuerpo seguía pareciéndome el de un nadador, tan suave, tan esbelto. El me quitó la mía dejándose llevar por sus instintos. Su falo entre mis manos se me hacía inmenso, apetecible… y ese olor que desprendía su piel a azúcar moreno mientras mi lengua descendía hacia él, era un placer no experimentado en muchos años. El brillo de su pelo y su mirada de deseo mientras lo lamía aun me excitaba más. Tirándome sobre el sofá cayó entre mis piernas y su pene se acopló a mi cuerpo a la perfección, un primer orgasmo me sacudió, pero ambos queríamos mucho más. Su piel limpia y suave, me invitaba a no dejar de lamerle entre gemidos, aunque los suyos eran absolutamente escandalosos. Quería que cada parte de mi cuerpo la hiciese suya, que sus ojos intensos traspasasen mis entrañas y me recordasen hasta el último segundo lo que era el placer infinito. Y a cada penetración suya mi vagina quería quedarse con él dentro. Nos mirábamos a los ojos, nos mordíamos los labios, besaba mis pechos y yo acariciaba su culo. Cuando su semen me invadió, supe que el placer solo se da y se obtiene cuando las dos personas tienen el mismo nivel de deseo, la misma idea del erotismo.
-Ha valido la pena esperar casi quince años para tenerte…- me dijo.
-Siempre he sabido que nunca podría desear a nadie como a ti.
Observar como se dormía acariciándome las manos, y dormirme con la cara pegada a su espalda es cuanto había imaginado... Todo un placer. Besos ¡¡

4 comentarios:

  1. te ha gustado ?? jejje es que me lo pedían a voces en el face ¡¡¡ jajajajja y me ha encantado escribirlo. Gracias por tu opinión. Muacksssssssss

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  2. Qué erótico para leerlo un sábado noche, jejeje.
    La historia está genial!!.
    Un beso.

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  3. A que si Maria Elena ?? jajjaajaj pero mañana ya vuelve la canción silenciosa con su penúltimo capitulo... besitos ¡¡¡

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