Podéis seguirme en Twitter¡¡

29 diciembre, 2010

EL PROFESOR QUE SIEMPRE SONREIA

Este cuento quise dedicárselo a mi amigo César Cobreiro, profesor de secundaria y un hombre joven con una capacidad innata para educar. El receptor es él mismo, para que quizás entre los dos pudiésemos entender mejor a alguno de sus alumnos, aquejado de una alteración de la conducta. Espero que os guste. Saludos.


"Un nuevo curso empezaba y todos los niños estaban nerviosos ante la puerta del colegio, unos impacientes, otros asustados. El timbre del patio les avisó de la despedida de sus padres y de los amigos que estarían en otras aulas hasta la hora del patio. Fueron entrando desordenadamente  y sentándose en las mesas que querrían habitar durante todo el curso.
Luis y Mario iban juntos desde primero de primaria y eran  muy amigos, tanto que incluso durante el verano solían verse. Adrián era el más listo listo de la clase y Marta la chica más guapa. Con nueve años ya empezaban a fijarse en esas cosas y aquella niña tenia una mirada especial. También estaba, como todos los años, Iker, el gamberro oficial de la clase, el que les pegaba, les amenazaba, y les quitaba el desayuno en el recreo, aquel al que todos temían y detestaban a la vez.
El silencio se hizo en el aula cuando un chico apareció en ella y dijo llamarse César. Nadie lo había visto nunca en aquel colegio y de repente se presentaba como su nuevo profesor. El maleducado de Iker bostezaba mientras el profesor hablaba, pero sorprendentemente nadie le prestaba atención.
- Bien, chicos, este año seré vuestro profesor de lengua española. Espero de vosotros respeto y esfuerzo, no permitiré ninguna falta de respeto ni de educación mientras yo esté en esta clase…
Se oyó una risotada de fondo y todos giraron sus cabezas para ver quien había sido, sabiendo ya todos de antemano que había sido el “listillo” de Iker.
Todos los años, aquel niño de pelo negro y ojos esquivos había conseguido desquiciar a cualquier profesor que se le pusiese delante y él creía que con aquel no iba a ser diferente.
- ¿Tienes algo que contarnos? Ponte en pie y cuéntanoslo - Le dijo el profesor apoyandose sobre el respaldo de su silla.
- No quiero.
- Ahhh!!! ¿Eres uno de esos niños cobardes que tan sólo hacen cosas cuando el profesor no les ve y que se dedica a aterrorizar a los demás cuando son más débiles?...
- ¡Yo no soy un cobarde!- le dijo chillándole- soy el más fuerte de la clase…
- ¿También eres el más listo? Porque te diré una cosa, vengo de dar clases en un lugar donde todos se creían los más fuertes pero como ninguno de ellos era listo, terminaron allí encerrados y al final se acabaron dando cuenta de que chicos que se creen los más fuertes hay muchos, pero ninguno de ellos acaba bien.
Todos los niños estaban expectantes ante las respuestas del profesor y la cara absolutamente colorada por la rabia que tenía Iker. El silencio se hizo durante un momento rompiéndose tan sólo cuando el profesor se levanto para indicarle a los chicos que sacasen sus libros de texto.
- Bien, ahora sigamos con la clase. ¿Alguien ha leído aquí la novela de Harry Potter?
Hubo un murmullo general en toda la clase. Nadie esperaba esa pregunta. La mayoría lo habían leído y les había encantado. Se empezaron a levantar las manos timidamente. El profesor escogió la de Mario al azar y le preguntó:
- ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Mario.
- Bien Mario, ¿cual es la mayor virtud de Harry?.
- Que tiene poderes y sabe hacer magia.
- ¿Y porque crees que sabe hacer magia?
- Nació con ese don.
- Eso es inexacto, amigo.- le dijo sonriendo- Harry ni tan siquiera sabía que tenía poderes hasta que lo enviaron a la escuela… ¿alguien puede sacarme una moraleja de esa novela?
- Bueno- dijo Adrián timidamente- yo creo que si Harry no hubiese ido a la escuela no habría podido hacer todos esos trucos, allí aprendió mucho, le enseñaron a hacer cosas muy chulas, aunque a veces se equivocaba, al final lo intentaba mucho y lo lograba.
- Muy bien chico, esa es la esencia de Harry Potter. No importa que tengas poderes, si no sabes utilizarlos ... ¿verdad chicos?
Sonó el timbre que les invitaba a ir al patio. Se levantaron todos rápidamente, deseando llegar cuanto antes al campo de fútbol. El profesor se acercó a Iker y se lo llevo con él. Una vez en su despacho, aquel pequeño rebelde se sentó de mala manera en un sofá preparado para la ocasión.
El profesor sin dejar de sonreír se acerco a él y le dijo con voz suave:
- Vamos a ver chico ¿Crees que tu actitud es la correcta? ¿qué ganas con ella?-
- A ti que te importa... todos vais de guays y después sois todos iguales. Al final siempre acabáis haciéndole la pelota a los listos, los demás no somos nada…
- ¿Te voy a contar algo, vale?  Yo era como tú, no me importaba nada el cole, nunca hacia los deberes, contestaba a los profes y les daba miedo a los demás. Estaba todo el día peleándome y buscándome problemas, eso me hacia sentirme importante, todo el mundo me tenia miedo, hasta los padres.
- ¡Que va!- le contesto el niño asombrado y desafiante- los profes siempre son unos carcas que nos dicen como tenemos que hacer las cosas y que si no las hacemos como vosotros creéis ya no valen. No nos dejáis hacer las cosas cómo queremos o cómo nos gustaría, solo como vosotros ordenáis. Seguro que a mi no me pasa nada... os daría una paliza a todos.
El profesor se quedó pensativo tras su mesa, pero sin perder la sonrisa que le caracterizaba. Quince años atrás él hubiese utilizado la misma frase e incluso peor.
El curso siguió su andadura e Iker no parecía estar dispuesto a cambiar su actitud, siempre desafiante y violenta. Los demás niños seguían  teniéndole el mismo miedo, viviendo su tiranía. Pero justo antes de las vacaciones de semana santa ocurrió un hecho que cambiaría definitivamente su manera de ver las cosas. Llegó de manera totalmente inesperada un nuevo alumno al colegio. Tenia 12 años, se llamaba Eduardo y lo habían expulsado de un centro anterior por herir gravemente a otro chico de su misma edad. Y desde el primer día descubrió que si avasallaba a Iker justo después de que éste hubiese “recaudado”  todo cuanto había podido entre sus compañeros, ni tan siquiera tenía que esforzarse en conseguirlo. Así las cosas, Iker empezó a notar el mismo miedo que él había infringido en otros niños, en su propia carne, y su valentía se convirtió en una negra nube de impotencia. Al mes de estar Eduardo en el centro, Iker solicito una tutoría privada con César. Cuando entró en su despacho ya no tenía ese aire chulesco y desafiante del primer día. El profesor le invitó a tomar asiento con voz suave, dejándole tiempo para que el muchacho quisiese hablar por si mismo. Pasaron un par de minutos y el chico cabizbajo empezó a hablar. Al principio su voz era muy baja:
- Tenias razón, el chico nuevo no me deja en paz, me amenaza y me pega contínuamente, quiere que le de todo, lo de los demás y lo mío… creí que podría pegarle una paliza, pero hace poco me esperó a la salida y me pegó patadas y puñetazos…
- ¿Crees que la fuerza es lo único que puede pararlo?- el chico asintió casi con lágrimas en los ojos- Pues yo creo que podríamos tenderle una trampa entre toda la clase ¿qué tal si le enseñamos que los demás también sabemos defendernos?.
- ¿Podríamos hacer eso?- contestó el chico con un nuevo brillo en la mirada- ¿y eso haría que nos dejase en paz?.
- Si hacemos eso tienes que tener una cosa bien clara… habrás pasado al otro lado y tendrás que seguir las reglas como todos los demás. Ya no aterrorizarás a más niños, no les obligaras a hacer nada que no quisieses que te hicieran a ti y empezaras a esforzarte de verdad en las clases, siendo educado y correcto en todo momento… ¿estás de acuerdo con estas condiciones?, si dices que si te comprometerás a cumplirlas estrictamente,¿vale? No tienes que sacar unas super notas, me vale con que apruebes¿vale?
El chico aceptó de inmediato, entendiendo que el final de su infierno estaba cercano y sabiendo cuanto daño había hecho él con ese mismo comportamiento. Si, cumpliría lo pactado.

Las siguientes semanas la clase se convirtió en un pelotón de atrincheramiento. Cada alumno tenia una posición asignada y una labor que realizar. Por primera vez  toda la clase sin excepción colaboraba hombro con hombro para erradicar un problema común a todos.

En dos semanas, y siendo los profesores conscientes de que se habían producido varios robos de material de cierta importancia en el centro, la clase estaba preparada para ejecutar su plan.
Eran las diez de la mañana y Marta estaba situada junto a la puerta de entrada interior del colegio y su frase clave era: “que pantalones mas chulos llevas hoy, Edu”, en cuanto Luis y Mario escucharon la frase empezaron a hablar en dirección a ellos, comentando Mario que su madre le había encargado ese día unas compras y que le había dado veinte euros para poder hacerlas. El anzuelo aun no estaba del todo echado. Sabiendo que Eduardo tenia que pasar por el aula de informática para llegar a su clase, la profesora de informática y Adrián mantenían una conversación en un tono más bien alto en el que la profesora le informaba de que le habían llegado los nuevos scaneres y tenía que tener mucho cuidado porque valían mucho dinero. El cebo estaba echado .. ahora tan sólo faltaba que el propio pez tirase del sedal. Ese tirón se produjo en la hora del patio, cuando Eduardo le ordenó a Iker que averiguase cómo se podía acceder al aula de informática, y a su vez le ordenó, pegándole, que fuese a robarle los veinte euros al “pringao” de Mario… todo había quedado grabado en un móvil. Aun así y para disipar sus dudas, Iker le informó de que la llave del aula de informática estaba en conserjería. A la hora de la comida, el pequeño gamberro encamino sus pasos a conserjería, pero su enorme sorpresa fue que allí se encontraba la policía. Se lo llevaron delante de todos. Aquella pesadilla ya había acabado y todo había sido gracias al trabajo en equipo. Al día siguiente Iker se disculpó públicamente ante todos aquellos a los que había dañado de una u otra manera durante aquel tiempo… y el profesor iluminó su sonrisa más que nunca, porque se sintió orgulloso de aquel muchacho que había sabido rectificar a tiempo, sabiendo que con el tiempo no sólo sería una gran persona, sinó un gran hombre, con la certeza de que la violencia nunca más le haría creer que le hacia ganar… sinó que cada uno de sus actos acabarían por definirlo."  FIN 


Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.


2 comentarios:

  1. ojala todos los cuentso se cumpliesen amiga.. que bien lo haces

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias Lola, lo importante es que vosotros y vuestros hijos, nietos, sobrinos... disfruten tanto como yo al escribirlos ... lo dicho, muchas gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar