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28 diciembre, 2010

LA PRINCESA REBELDE

Este cuento lo hice de manera especial para la hija de Ivinka Cid, una madre con mucho carácter, el mismo que le pasó a su hija en los genes. Su niña tiene una vitalidad asombrosa, es curiosa, inteligente, intrépida.... todo un terremoto. su nombre, precioso por cierto, Haizeder. Espero que disfruteis del trepidante caracter de esta princesa especial. Saludos.


"Veía cada día el amanecer y el atardecer desde la ventana de su enorme y más que perfeccionada alcoba, la que cada noche escuchaba resignada sus lamentos silenciosos, la que convertía su amplitud en una agonía de paredes asfixiantes que le impedían ver el mundo y la mantenían alejada de sueños y realidades.... de todo lo que se suponía que su sangre azul no debía ni tan siquiera tener en consideración, pues las princesas no lloran, no sienten, mantienen la dignidad magnificada a un plano absolutamente desorbitado para que de algún modo nadie ose jamás en poder en duda su capacidad femenina ...y mientras aquella pequeña y débil princesa soñaba con escuchar cómo se vivía en el mundo real, pues ella tan sólo dejaba pasar las horas, perdida entre las mil maneras de hipocresía que debía utilizar y las sofisticaciones que ella tanto odiaba, sin tan siquiera sonreír, demasiado superficial para una princesa. Sin soñar, ya que los sueños están relegados a los pobres que no tienen derecho a disfrutar de todo cuanto la vida le había regalado a ella. Había noches en que ni siquiera las estrellas venían a visitarla, y una horrenda soledad se apoderaba de su mente, sabiendo que todo aquello que le habían vendido como un privilegio, era en realidad una trampa para que ella no fuese capaz de pensar por si misma, de tomar decisiones, de tener en algún segundo unas inmensas ganas de sentir la libertad. Pero el tiempo pasaba y esa pequeña princesa triste se hizo mujer y toda la amargura acumulada en lo más profundo de su alma se transformó en un terrible torbellino de ira e indignación. incluso todo el miedo que durante años habían creado en su inocente mente había decidido sacar a relucir sus ansias de respirar, pero no de hacerlo para sobrevivir hasta el día siguiente, sinó para de verdad sentir cada sensación de la bocanada, para que el sol calentase sus ojos y los hiciese brillar, para que resecase tantas lagrimas que la habían vencido durante tantos años.... Aquella mañana fué diferente, todas sus frustraciones se concentraban en sus puños, cerrados por la ira, por la intensa sensación de haber sido durante años la marioneta de gente sin escrúpulos que se había aprovechado de su inocencia y bondad hasta el punto de robarle la vida. Esa mañana ya nadie se cruzaría en su camino, y pobre de quien lo hiciese porque seria arrollado de manera inmediata por aquella frágil princesa que de repente se dio cuenta de que su fortaleza había estado creciendo en silencio en su interior, de manera pausada pero recia, esperando el momento exacto para darle la libertad que tanto había ansiado, para tomar las riendas de su vida quitándose de enmedio a la gente que se había encargado de llenar su vida de lastres inútiles, tan sólo para mantenerla inmovilizada, sin salida. 
Salió de la habitación con una absoluta determinación, los guardias se cruzaron de manera inmediata en su camino y ella, levantando la cabeza y mirándoles directamente a los ojos, tan sólo necesito una frase: 
- Apartaos de mi camino, ya nadie volverá a interponerse en él. 
La estupefacción de los guardias fué evidente, ni tan siquiera sabían cómo actuar y su actitud los había paralizado de manera inmediata. Y ella se sintió orgullosa de si misma. Fué directamente a la cocina, guiándose por su intuición, pues era una estancia en la que jamás había estado, y se encontró entre unas hermosas mujeres que reían y trabajaban sin descanso. Su presencia enmudeció el local y cortó la respiración del personal allí aglomerado. Ella tuvo el suficiente tiempo de fijarse que la belleza que rezumaban aquellas muchachas no la provocaba sus vestimentas, sus peinados ni sus formas .. Sinó que era provocada por cada una de sus sonrisas, de sus palabras dulces y sinceras, de su manera de ayudarse entre si. Llegó como una exhalación la institutriz que durante años había sido la principal responsable de su aislamiento y su pesar más profundo. Llegó como siempre, con una superioridad absoluta, dando órdenes, exigiendo, con una autoridad que rozaba la dictadura más absoluta, pero por supuesto contaba con la más absoluta abdicación y sumisión de la débil princesa a quien había utilizado durante años para descargar en ella sus fustraciones más profundas, para no tener que pensar en sus propias miserias. Todo se volvió gris ante su presencia, como si su maliciosa mirada robase las sonrisas y las convirtiese en escasos segundos en terror. La indignación acumulada durante años explotó de repente entre las manos de la princesa. 
- Sra. Maximina, le ordeno que pida disculpas de inmediato y que jamás tenga la indecencia de dirigirse a estos honrados trabajadores de ese modo… sinó me veré obligada a prescindir de sus servicios de manera inmediata. Espero haya comprendido mis instrucciones con claridad y se lleven a termino en el acto. 
- Pero señora, son simples sirvientes… – dijo con la cara descolocada por la ira.  
- Ese ha sido siempre su principal error, ya que lo que son no lo tiene usted muy claro. Estas personas son las que se encargan de ponernos un plato de comida en la mesa, los que se encargan de mantener nuestras vestimentas en perfecto estado, nuestras estancia limpias, nuestros cabellos limpios y cuidados….¿Podría decirme en qué me veo beneficiada yo por su presencia? Jamás le he visto hacer nada más haya de dar ordenes y mostrarse prepotente con la gente que de manera resignada y por su propia supervivencia se ven obligados a callar ante las innumerables humillaciones a las que se ven sometidos por su maldad infinita… ¿seria usted capaz de darme una razón de peso para que su presencia fuese imprescindible en ésta morada?, porque sinceramente, yo no encuentro ninguna. De hecho. Aun estoy esperando por esa disculpa. 
- Una señora de mi categoría jamás debe sublevarse ante sus lacayos, sería una indignidad…. 
- Indignidad es lo que usted atrinchera contra ésta gente de manera constante y contínua, por lo tanto y cómo no encuentro ninguna utilidad a su presencia en mi casa, le ruego recoja sus cosas y salga del castillo antes de que los propios guardias se encarguen de ponerla en su lugar… eso si, muy dignamente, del mismo modo en que usted ha tenido la desfachatez de dirigirse a estas personas en mi nombre…. Agradezco sus servicios hasta el día de hoy, aunque he de reconocer que no tengo muy claro en que han consistido, más hayá de crear el pánico e imponer su voluntad a la fuerza allí por donde pasaba. A partir de este momento, mi casa estará llena de luz, de sonrisas, de gente que sea justamente recompensada por su esfuerzo, porque no quiero que vuelvan a sentir jamás en la vida que su sudor es en vano. Hasta nunca Sra. Espero que reciba de ahora en adelante el mismo trato que usted ha brindado. 
Con un por favor por delante, les pidió a los guardias que la acompañasen a recoger sus cosas y se asegurasen de que abandonaba el lugar, sin utilizar un tono de mando, sin dictadura…. Solo el tono afable que siempre la había caracterizado. Una última frase le llegó desde la lejanía: 
- Una princesa jamás se comportaría así, no tiene actitud para gobernar un reino y jamás será respetada. – su ultimo graznido llego claramente a oídos de la joven princesa. 
Por primera vez en su vida , estaba de acuerdo con ella, quizás nunca sería una princesa, tal vez no lo había sido nunca, por mucho disfraz que le hubiesen querido hacer vestir, pues no reunía las maldades, las hipocresías, las ansias de poder, y la ruindad necesarias para coger a su pueblo y asfixiarlos de manera sistemática para su propio beneficio, porque quizás no tenia la clase exigida, los modales tan refinados ni el corazón tan frío …  tal vez jamás quiso aquel absurdo trono que simbolizaba la opresión y la más absoluta dictadura de los cuerpos y las mentes de unos simples trabajadores que se dejaban cada día allí la piel tan solo por agradarle, con sudores de terror por si algo fallaba. Reunió a todo el personal en el gran y pedante salón principal. Veía sus caras de pánico, posiblemente ante la posibilidad de ser despedidos, o peor aun, a ser aun más sometidos de lo que ya habían sido. Se dirigió a cada uno de ellos mirándoles a los ojos, sin utilizar atril, sin levantar el tono, sin ni tan siquiera por un instante creerse superior a ellos en ningún sentido. 
- A partir de ahora las cosas van a cambiar en palacio. A partir de éste instante, todas las cortinas permanecerán abiertas, dejando entrar el sol a todas horas. Los empleados de mayor edad, serán destinados a trabajos menos pesados, y si no se sienten capacitados para llevarlos a cabo, tendrán derecho a hacerme llegar su problema particular y se le intentara dar solución. Habrá libre paso por las estancias del castillo, excepto por mi alcoba particular, a la cual tan sólo tendrán acceso las personas designadas por mi. Toda persona empleada a mi cargo, tendrá una retribución digna y me encargaré personalmente de que sus hijos acudan a la escuela, tengan zapatos y prendas de vestir dignas. Las jornadas laborales no serán interminables, no se darán ordenes de manera arbitraria. Espero de cada uno de ustedes  se haga responsable de su propia tarea, la cual estoy segura que realizaran a la perfección, pero en ningún momento se volverá escuchar una orden o un chillido en éste castillo. El personal del castillo, así como sus familias podrán comer aquí siempre que lo necesiten y el horno real se encargara, a partir de este mismo instante, de proveer de pan a todo el reino el cual verá mermados sus impuestos a la mitad, ya que no se necesita amasar más fortuna en éste castillo, espero que la colaboración de todos sea lo suficientemente fructífera cómo para garantizar la dignidad de cada uno de los habitantes de mi reino, y que las sonrisas invadan este lugar hasta este momento gris . 
Las caras de los allí presentes se transformaron y un halo de esperanza parecía haber llamado a su puerta… y las sonrisas volvieron a aflorar, iluminando aquella estancia como jamás en su vida había visto la joven princesa. 
- Señora, ¿Qué porvenir le espera a mi hijo?- esa llorosa voz la estremeció profundamente. 
Le pidió a la señora que había formulado la pregunta que se acercase para escuchar mejor todo cuanto tuviese que decirle, mientras los demás retomaban sus actividades diarias. 
- Qué le ocurre señora.. ¿Tiene a su hijo enfermo quizás? 
- No señora, el ama lo encerró en el calabozo por coger una hogaza de pan para mantener con vida a su moribundo padre… lleva dos semanas encerrado en los sótanos del castillo y temo seriamente por su situación …. Es un buen chico, tan sólo quería evitar la casi inevitable muerte de su padre …. 
- Guardias!!! Quiero que nos encaminen ahora hacia los calabozos- Se sintió la persona más miserable del mundo tras escuchar a aquella mujer, viendo como cada surco de su muy astillada cara se llenaba tímidamente con lagrimas y sus ojos llenos de bondad estában enrojecidos. 
El camino se hizo interminable, apenas podía creerse que en el castillo se dispusiese de una fortuna semejante y su gente se muriese de hambre , que la crueldad llegase hasta el extremo de negarle una hogaza de pan a alguien, fuese quien fuese. Cuanto más avanzaban, más húmedo era el ambiente, el hedor era insoportable, y el silencio estremecedor. Ya, ante la puerta del calabozo, no quiso mirar esperándose lo peor, sabiendo que no había una crueldad más evidente que aquella. El chasquido de la puerta era sinónimo a la rotura de su corazón. Los guardias le abrieron paso en aquella oscura y tétrica estancia.Le pidió a la madre que permaneciese fuera, atemorizada por lo que allí pudiese encontrar y se adentró en el infierno. En una esquina había un bulto indefinido, se acercó lentamente, y con una inmensa vergüenza acechando su conciencia, se agachó y rozó su húmedo brazo. Él levanto su cabeza lentamente, sin apenas poder levantar los parpados, sin dejarle apenas ver sus ojos rotos por miles de lágrimas derramadas por la rabia, indefensión, dolor y miedo… y se vió dolorosamente a si misma. 
- Guardias!!! Suban a este chico a una de las alcobas, que el doctor acuda de inmediato, que le preparen comida. Quiero saber en cada instante el estado de éste chico, que no le falte de nada, y que pueda contar con la presencia de su madre cuanto tiempo quiera. 
Les vió salir de aquel cuchitril, y la princesa apenas podía respirar. Dios mío!!! Como había estado tan ciega! Se dejó caer sobre el suelo putrefacto en el que aquel chico había dormido durante dos semanas y su precioso vestido parecía la más terrible de las vestimentas, y ella la persona más miserable de todo el reino. Si, realmente no era una princesa ni deseaba serlo. 
Pasaron los días y el castillo se lleno de vida y luz, los jardines se convirtieron en su pequeño paraíso. Notaba y sentía los olores. La gente mantenía la sonrisa y la cordialidad y en la aldea todo el mundo estaba contento. 
- Señora, el paciente ya esta recuperado y solicita su presencia- la voz de uno de los guardias la despertó de uno de esos sueños suyos, de los que ahora veía en cada una de las flores y árboles que rodeaban el reino- ¿acudirá usted o le digo que no puede ser?. 
- Acudiré ahora mismo, gracias. 
Subió a paso ligero el tramo de paseo que la llevaba a la puerta principal del castillo y las escaleras se le hicieron interminables. Una vez frente a la puerta notó como sus manos temblaban ante el pomo, sin saber como podría compensar de algún modo la pesadilla que había permitido, de manera indirecta, que viviese aquel chico. Volvió a tragar saliva, e intentó disimular el sudor de sus manos, limpiándolas en su vestido. La puerta se abrió en absoluto silencio y se introdujo en aquella estancia llena de la brillante luz del día. Se acercó a la cama donde yacía el producto de la más profunda crueldad. Una sonrisa la recibió.Levantó la cabeza y la de él estaba agachada ante su presencia. 
- No has de agachar la cabeza ante mi presencia, ya nadie a de hacerlo. ¿Como te llamas?- Su voz temblaba, jamás había visto a un chico en semejante situación, tan cercana, tan íntima. 
- Daniel, señora. 
Levantó la faz en su contestación y sus ojos la impregnaron de una enorme sensación que jamás antes había sentido. Notó el rubor de sus mejillas, pero no quiso dejar de fijarse en cada una de sus facciones…. Sin poder evitar acariciarlas. El silencio no hacia más aumentar  su nerviosismo. Tenía que romper ese instante o echaría a correr en cualquier momento. 
- Espero que su recuperación sea satisfactoria, no dude en haceme saber si necesita alguna otra cosa. 
- Señora, Estoy totalmente recuperado, tan sólo quería agradecerle su gesto hacia mi y habiendo sido puesto al día por mi madre de los cambios efectuados en el reino, no me queda más que decirle que es usted una auténtica señora. 
- No lo creo, tan sólo soy un ser humano, como todos, incluso a veces un poco más ruin que algunos de ellos, sé que jamás podré compensar el daño que se le efectuó al ser encerrado injustamente, pero me gustaría que no me guardase rencor,  pues si hubiese sido consciente de ello jamás le hubiese sucedido- hizo el ademán de levantarse y la mano de él agarro con dulzura la de la joven princesa y supo que jamás querría dejar de sentir sus dedos entre los suyos ...
Si, jamás había sido una princesa……  FIN??


Espero que os haya gustado. Os recuerdo que si queréis que os haga un cuento personalizado y que se publique aquí, no tenéis mas que escribirme un email al correo: elpoderdelainocencia@gmail.com
Un beso.

2 comentarios:

  1. magnifico como siempre...... gracias por tu sensibilidad

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  2. me voy a poner colorada... jajajja , tan solo pongo lo que siento... pero muchisimas gracias por estar ahi. Besos ¡¡¡

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