Era el último
curso de instituto y las hormonas ya estaban muy aceleradas entre los miles de
alumnos allí congregados. Tan solo había pasado un mes desde que se iniciase el
curso, pero todos ellos se conocían ya bastante de años anteriores.
Ana y Lorena,
habían compartido todos los cursos de su vida estudiantil, eran uña y carne
desde primero de primaria. Era curioso ver como dos chicas tan diferentes podían
compenetrarse tan bien. Ana era atrevida, provocativa y extremadamente
sociable. Por su parte, Lorena era una pequeña chica llena de complejos
inventados que la atormentaban a cada paso, los cuales trataba de cubrir bajo
ropa ancha y pelo siempre suelto sobre su cara. Las dos eran buenas
estudiantes.
Como todos los
años, también en éste, se encontraban en la misma clase que Javier y Marcos. El
primero todo chispa, el más popular del instituto, guapo y arrogante. El
segundo extremadamente tímido y correcto, con esa media sonrisa que escondía su
mirada.
En una de esas
mañanas horrorosas de instituto donde parece que todo debe salir mal, a Lorena
no le dejaron acceder a una clase por llegar un minuto tarde, así que salio al
patio y se sentó en un banco. Ella aun no era consciente de que Marcos se había
retrasado aposta para poder observarla a solas.
Pasaron un mes mas entre miradas furtivas y escapadas de
timidez, hasta que sus mejores amigos se dieron cuenta de la situación, y a
pesar de ser “enemigos naturales”, decidieron “mediar” en dicha situación.
Una tarde Ana y
Javier decidieron quedar a solas, para halar del tema. Durante el trayecto ella
no podía dejar de pensar en aquel chulo que creía que podía avasallar a
cualquiera porque era “mono” y a él no se le salía de la cabeza que había
quedado con una pija estúpida que lloraría si se le rompía una uña. Cuando
llegaron al sitio acordado ninguno de los dos dijo absolutamente nada de lo que
pensaba y tan solo se limitaron a cuajar el plan que haría que sus amigos
pudiesen dirigirse al menos unas palabras. Finalmente decidieron que el sábado
seria el día ideal, y planearon cada paso minuciosamente.
Cuando el sábado
llegó, entre Ana y Javier ya se habían cruzado más de veinte mensajes de móvil,
y todo estaba minuciosamente preparado. Cada uno de ellos por separado quedó
con su amigo en una zona concreta del parque, en teoría para salir a tomar
algo. A la hora precisa, Ana y Javier tomaron posición en una zona que le daba
una amplia panorámica de la zona del encuentro manteniéndoles a ellos
escondidos. Ana estaba ilusionada, y Javier extrañamente nervioso.
El primero en
aparecer fue Marcos, con las manos en los bolsillos, recién afeitado y
perfectamente peinado. Se sentó en un banco bajo un árbol. Miraba
constantemente hacia los lados tímidamente, esperando la llegada de su amigo
Javier. Lorena se retrasaba, incluso se llegaron a temer que no apareciese, que
se lo hubiese pensado mejor en el ultimo momento. Pero casi quince minutos más
tarde allí estaba, con una falda y unos pequeños tacones, tal y como le había
sugerido su amiga. Se sentó en un banco cercano al de Marcos, en silencio, cruzándose
de vez en cuando miradas leves. Ana y Javier pensaron que aquello no iba bien,
Marcos empezaba a frotarse las manos, a levantarse y sentarse continuamente y
Lorena estaba como paralizada. Finalmente y tartamudeando, Marcos le preguntó a
Lorena si tenía frío, ofreciéndole su chaqueta. La brisa que se había levantado
era bastante fría. Se sentó a su lado. Ana y Javier respiraron, y sin darse
cuenta rozaron sus manos.
Cuando Ana ya llevaba
en casa más de dos horas le llegó un mensaje al móvil: “¿Sabes? Esta noche he oído
música sin escuchar un solo sonido”.
Ana sonrió y recordó que ella misma que
durante un instante también escuchó esa música…
Precioso, como todo lo k haces^^
ResponderEliminarGracias cariño, eres un cielo y lo sabes.. en un par de días me pongo al día en tu blog y participo sin falta en tu concurso. Tkmmmmmm aunque eso ya lo sabes. Muackssssssssssssss
ResponderEliminarEsta primera parte está intrigante... poco a poco iré leyendo las otras, me has dejado con ganas de más. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Maria Elena, te pido que te leas un relato llamado "La sonrisa robada", me encantaría tener tu opinión. Gracias y muchos beso ¡¡¡
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