(…) Aquella noche de sábado se convirtió sin querer en una
manada de sentimientos contradictorios.
Ana, perpleja
ante ese pequeño roce que le había sacudido las entrañas, Javier sorprendido
por si mismo al darse cuenta de que por primera vez en su vida no podía
quitarse la mirada de una chica de su mente, cuando lo habitual era que no
olvidase su escote.
Marcos,
contemplo durante largo rato sus manos temblorosas sobre las sabanas, oliéndolas
de vez en cuando por si parte del aroma de Lorena se había quedado en ellas. Y
Lorena, tras mirarse largo rato en el espejo, acabo dándose cuenta de que
quizás algunas de las cosas que tan solo ella veía estaban dentro de su
imaginación y se habían borrado tras la dulce mirada color canela de aquel muchacho
que no dejaba de tartamudear.
El sueño
acabó venciéndoles a todos a altas horas de la madrugada.
El día
siguiente, Domingo, se les presentaba muy ajetreado a las chicas. Por la mañana
irían de compras ya que por la tarde estaban invitadas al cumpleaños de Rocío
que cumplía los tan ansiados dieciocho años. Se mandaron un par de sms entre
ellas y quedaron en media hora en la tienda de complementos de la esquina,
apenas las separaban dos portales. Nada más verse se abrazaron, como siempre,
pero el miedo a quien hablaba primero las paralizaba.
-¿Cómo pudiste hacerme eso? Creí que me moría al verlo
llegar- Dijo finalmente Lorena.
-Bueno ya estábamos hartos de vuestras miraditas y tonterías
en el insti, ya era hora de que alguien hiciese algo ¿no?
-¿Cómo que estabais? ¿Tú y quien más?
Ana se
encontró de repente atrapada por sus propias palabras, y notó como el rubor subía
rápidamente a sus mejillas. Volvió a sentir el roce de él sobre su mano y se la
acaricio a si misma inconscientemente.
-¿Te has puesto colorada? Hace años que nadie conseguía que
te pusieses colorada… ¿Quién es? Venga, dímelo- imploraba su amiga.
-Eso no importa ahora, lo más importante es como te fue a
ti, cuéntame.
-La verdad es que es muy calladito, muy sencillo y tiene un
encanto especial. Hablamos de música, del insti… bueno, ya sabes.
-¿No intentó besarte? ¿O darte la mano?- Le preguntó Ana
intrigada.
-No, tan solo rozaba mis brazos de vez en cuando porque
hacia un poco de frío, nada más. Le temblaba la voz.
Mientras Ana
veía un inmenso resplandor en los ojos de su amiga, pensaba en la caricia
fortuita que se habían cruzado la tarde anterior ella y Javier, no sabía como quitársela
de la cabeza, pero sus pensamientos eran tan profundos que dejo de escuchar la
voz de Lorena durante unos minutos. Una vez comprado el regalo, una bufanda
preciosa de lana virgen, cada una de ellas regresó a su casa. Sabían que la
fiesta de aquella tarde iba a ser muy divertida y animada, ya que el padre de
Rocío, un acaudalado cirujano, les había reservado la sala entera de una
discoteca para la fiesta privada. Las dos deseaban estar perfectas.
Sobre las
siete de la tarde Ana fue a casa de su amiga, sabiendo de antemano que no
estaría preparada, ya que jamás se encontraba bien con nada de lo que se ponía.
Entre las dos
encontraron la ropa adecuada y se maquillaron para la ocasión.
Estaban nerviosas, pero no tanto por la
fiesta como por lo acontecido la noche anterior.
Finalmente se
encontraron frente a la puerta de la discoteca, ilusionadas la abrieron. Lo que
en un principio parecía oscuridad, empezó a llenarse de colores y sala pareció
quedarse vacía cuando vieron a lo lejos a Javier y Marcos, sin ni siquiera
darse cuenta de que entre los cuatro se cruzaban unas miradas de miedo y
entusiasmo…
Precioso cielo... K ganas d mas...
ResponderEliminarMe he evocado a mis años estudiantiles. A las pequeñas fiestas de amigos y aquellas marchas que nos pegabamos, jajajaja. Voy a por el tercero!!!
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